Si a esto le sumamos que la población aumentó en ese período, obtendremos como respuesta que todos somos, en promedio, un poco más pobres que hace 10 años. La principal causa de por qué ha ocurrido esto, tiene su explicación en una clara ignorancia por parte de la clase dirigente, de la forma en que se genera la riqueza. Dichos gobernantes, podrían haberse nutrido de profesionales que los ayuden, pero no lo hicieron, o de haberlo hecho, no los escucharon después. Estas últimas palabras, tampoco libran de responsabilidad a quienes ocuparon lugares, pero no lograron mejorar la situación de sus conciudadanos, única razón para ocupar cargos públicos. Si quieren una muestra de esto, el cargo más importante de nuestro país en materia productiva, el Ministerio de Economía, lo ocupa actualmente un abogado que se dedicó siempre a la política, de economía y producción, carece de formación académica y práctica. Para medir la riqueza de un país, habitualmente esta se estima adicionando el valor de las reservas que se poseen de bienes y servicios, factores productivos y recursos naturales. Midiendo de esta forma, la riqueza, sería un conjunto de posesiones, que realmente en nuestro país no crecen. Pero bajo este sistema de medición o de consideración de riqueza, nuestro país es a todas luces un país rico. Poseemos recursos agrícolas, ganaderos, industriales, mineros. Tenemos lo que el mundo demanda, alimentos, litio y energía. Tenemos también personas inteligentes y formadas, que son recursos, o mejor dicho Capital Humano, digno de envidia en otras latitudes. Sin embargo, la generación de riqueza es otra cosa y aquí se encuentra el motivo de la falta de crecimiento de Argentina. Para que se cree nueva riqueza necesitamos poner a producir los recursos existentes, unirlos, como lo que popularmente solemos manifestar en la sentencia: la unión hace la fuerza. También podemos sumar el concepto Aristotélico donde, el “todo” es más que la suma de las partes. Y para seguir sumando al concepto anterior incorporamos, a las ciencias económicas y productivas, los conceptos psicológicos de la Gestalt, para manifestar que, la correcta adición de recursos materiales con la fuerza productiva, da por resultado un producto de mayor riqueza que la suma de los costos incurridos. La magia del proceso productivo se encuentra en visualizar un nicho de mercado, encontrar una necesidad que satisfacer, diseñar para ella un producto o servicio y comercializarlo de forma que el demandante desee adquirirlo. Generar un activo donde antes no estaba. Se crea riqueza cuando se hace un edificio donde antes había un activo improductivo, se funda una empresa donde antes se apilaban desperdicios, se genera una marca que antes no se conocía, etc. El activo, antes no estaba, ahora existe, o antes tenía un valor mínimo comparado con el nuevo. Conjuntamente con la constitución de la nueva empresa, se utilizan recursos que estaban improductivos y se contratan personas, que antes estaban ociosas, como es el caso actual de nuestro país, o que estaban ocupadas en procesos menos productivos y en algunos casos hasta inútiles. Aumentando los activos y la capacidad de trabajo del sector privado, se aumentará también la del sector público, ya que más empleo genera más consumo, si tenemos más consumo y producción, habrá también más recaudación en impuestos y por otro lado tendremos menos gasto social. El camino a transitar es sin duda la generación de nuevas riquezas y con los abundantes recursos con los que contamos debería ser sencillo para nuestro atrasado y empobrecido país. Pero, mientras nuestros ministros de producción sean expertos en leyes y en acuerdos políticos, seguirán pensando que, dictando normas o realizando acuerdos, el país va a crecer. Como ejemplo claro de esto, tenemos la fallida ley de alquileres que, aun habiéndose denunciado su desastrosa aplicación, se dictó igual con los consabidos daños, valores de arrendamientos más altos y menores cantidades de inmuebles en alquiler, es decir, menos oferta para mayor demanda poblacional, lo que equivale a suba de precios. El camino al crecimiento, pasa por la libertad asociativa, la visión de negocios y los deseos de progresar que se pueden inculcar en los habitantes, que serán motor de la economía en crecimiento. Con el desprecio al mérito y a las ciencias económicas, solo seguiremos estancados alrededor de recursos sin explotar, o lo que es lo mismo sin valor.
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