La estrategia que el Gobierno Nacional, vía varios Ministerios – Trabajo y Educación son dos ejemplos bien valiosos – viene desarrollando hacia el movimiento obrero sindicalizado que –como otras medidas que adopta en diversas áreas- no se trata de yerros o burradas, sino que apuntan en avanzar en un plan, perfectamente, planificado y a partir de la correlación de fuerzas que encuentra enfrente, lo lleva a la práctica o plantea un gradualismo engañoso, pues las metas fijadas las sostienen.
La misma tiene varias aristas. Comenzó negociando con el nuevo triunvirato de la CGT, inyectando recursos a las obras sociales, y haciendo acuerdos con representantes de la economía popular manteniendo la precariedad laboral y avalando la creación de una obra social en ese ámbito. Esto independientemente, de las lecturas que se puedan hacer desde las organizaciones y estructuras que expresan los espacios aludidos.
Hacia fines de año las versiones y los dichos de distintos tipo de funcionarios sobre la flexibilización laboral se incrementaron, volviendo a instalar –ya en este enero- el tema de las pasantías como emergente de esta iniciativa.
No debe pasarse en el análisis la acción de las fuerzas federales – Ministerio de Seguridad- para controlar y reprimir el conflicto social, como ha quedado expuesto en distintos lugares del país. Nada es casual.
En los meses de noviembre y diciembre pasados, y en lo que va de este año, la puesta en público de los verdaderos alcances de los objetivos del PRO, han quedado más evidentes.
La decisión primero de cancelar distintos Programas en el ámbito educativo (también en Ministerio de Salud) apuntan tarde o temprano, a que la formación de los docentes y profesionales se geste, sostenga e implemente desde Universidades o Institutos Privados que siempre cuentan con el generoso apoyo de empresas multinacionales o grandes de Argentina.
Ahora se conoció la decisión de eliminar la paritaria nacional docente. Espacio de negociación clave para articular reclamos, propuestas, pero también, vertebrar una estrategia para todo el país.
Sacarla implica quitarle poder de negociación y peso político a los grandes gremios docentes, que detentan una historia de lucha en las últimas décadas que no ha pasado desapercibida para nadie (la Carpa Blanca es un hecho emblemático en esa dirección).
Lo segundo es poner el escenario en el territorio provincial, donde muchos Gobernadores quedarán embretados entre el reclamo gremial y sus necesidades de caja, lo que hará girar su mirada hacia el gobierno macrista; quien seguramente jugará sus cartas pero ya desde otro rol y con otra relación hacia los mandatarios provinciales.
Lo ocurrido con la negociación salarial de fin de año con los municipales de la Provincia de Santa Fe partió del mismo concepto. Un grupo de Intendentes y Presidentes Comunales liderados por José Corral de la ciudad capital, expresando claramente que la negociación debía encaminarse vía cada sindicato de base con los mandatarios de municipios y comunas. El intento fracasó, y la maniobra quedó expuesta, pero no por ello debe entenderse que el tema está descartado.
El off de record es poner un techo salarial – en todo el territorio argentino - que no supere el 20% para todo el 2017 y descalzar la representación sindical en una materia –la paritaria- que a través de los últimos años ha logrado destrabar conflictos, sostener derechos laborales, solucionar temas de vieja data en el ámbito municipal y en otros; y fortalecer las estructuras de participación sectorial.
El Gobierno de Miguel Liftschitz también sabe esto y sus idas y vueltas de fines del 2016 no van a tener ahora el margen de maniobra que detentaron hasta el presente. Para ser más claro, tendrá que optar si sostiene o fortalece la paritaria o se pliega a la estrategia macrista.
Esto es lo que está en juego. Muchos podrán aducir que este raconto informativo no tiene nada de original y expresa sólo conceptos conocidos. A la luz de lo que pasara electoralmente en el 2015 y a lo que amplios sectores de la sociedad siguieron pensando y convalidando en el 2016, hay una tarea que no por obvia, debe minimizarse.
Y es la necesidad de salir a debatir y explicar que es lo que está pasando, cuales son las consecuencias que el proyecto macrista va a representar para los trabajadores y sus familias, cuál va a ser el impacto político y social, de la estrategia a la que hicimos referencia.
Vuelve a ponerse en debate las formas y medios para realizar esta tarea. Ya no basta con un comunicado, un reportaje, una declaración de varios sindicatos; exige un replanteo más profundo, y por sobre todo que los distintos niveles de organización del movimiento obrero, también tengan un plan y una estrategia de conjunto para enfrentar esta situación.