La Casita del Niño de Rafaela ubicada en Perussia al 221, barrio Barranquitas, lleva 27 años en la ciudad, depende del Obispado de Rafaela y trabaja con niños en situaciones de vulnerabilidad. "La idea es contener realidades vulnerables en el horario en que los niños no están en la escuela. Ayudarlos en lo que es el desarrollo escolar, aprendizajes, formación en hábitos y costumbres. Apoyando a las familias en este rol de criar personitas que se van insertando en la sociedad para que puedan progresar como los hijos de cualquiera de nosotros", señaló en diálogo con RAFAELA NOTICIAS, Andrea Berger una de las voluntarias de la institución. Actualmente asisten 20 niños que son atendidos por dos referentes de turno -empleadas del lugar- y cuentan con la asistencia de un psicólogo y una psicopedagoga. En tanto un grupo de voluntarios se encarga de resolver y atender las necesidades diarias que van surgiendo.
Al explicar la forma de trabajo, Berger indicó que los niños que van a la mañana a la escuela ingresan a la Casita al mediodía. Allí almuerzan, se pueden bañar en el lugar si lo desean, hacen las tareas escolares, tienen un tiempo de juegos, reciben la merienda y se vuelven a su casa. En tanto los chicos que van a la escuela por la tarde, ingresan a la Casita a las 8.30 horas, reciben el desayuno, tienen un tiempo de oración, realizan la tarea, juegan, almuerzan y se van a la escuela. En cuanto a la edad de los niños que están recibiendo, Berger indicó que van de 6 a 11 años, armándose una lista de espera que en estos momentos es abultada. "Se van evaluando e ingresando de a uno porque hay determinadas normas y reglas como en toda casa. Hoy estamos trabajando con un cupo de 20 niños por una cuestión que hay una sola referente de turno que es lo que podemos pagar", expresó la entrevistada. Agregando que la institución se sostiene con las cuotas sociales de un grupo de "Amigos de la Casita" que hacen aportes, también hay algunos padrinos y se realizan ventas o eventos benéficos para recaudar fondos. "Fundamentalmente tenemos la caridad de la comunidad rafaelina que es muy solidaria y hay mucha gente dispuesta a colaborar. No tenemos ningún tipo de vinculación ni dependencia con organismos estatales, ni recibimos aportes de ese tipo. Solamente el voluntario particular e individual desde el silencio, es el aporte que tenemos, con el que contamos y es nuestro gran referente", explicó Berger.
"Queremos una infancia feliz"
Ante lo que significa la tarea que realizan desde la Casita del Niño en el trabajo con las infancias, Berger hizo referencia a las palabras de Jesús, cuando dijo "dejen que los chicos vengan a mí, no se lo impidan porque de ellos es el reino de los cielos; y también nos pide que tengamos el corazón de los niños. Si hay algo que es genuino y sincero es la mirada y la visión que tienen los chicos, de los cuales tenemos muchísimo que aprender. Ellos necesitan contención y acá estamos para hacer desde nuestro lugar lo que podamos. Queremos una infancia feliz, como creo que quiere la mayoría de las personas", expresó. Y agregó: "Lo que todos necesitamos es que nos dediquen tiempo y atención, ser escuchados, que es tan necesario hoy en día en todos los ámbitos. Es necesario tener esa capacidad de escucha y de contener realidades en la infancia, como es nuestro caso, pero que a veces también se extiende al grupo familiar, porque las angustias no son solamente de los chicos sino de su entorno".
