Los países que han luchado y sufrido para vivir en democracia, deberían valorar el derecho a voto. Pero parece que no es así en nuestra Argentina, la participación en las elecciones recientes de la vecina provincia de Chaco no llegó al 60% y la indiferencia no se observa solo en ese reducto, ya que si uno preguntaría a quienes nos rodean que les genera las próximas elecciones, podría notar apatía en gran parte del electorado.
Subimos la apuesta, si uno pregunta que hace un diputado, o la diferencia que tiene con un senador, probablemente nos sorprenderíamos de las respuestas. Y si la cuestión fuera la distinciones entre los legisladores provinciales y los nacionales, ¿qué nos dirían de esto? Pero podemos seguir indagando sobre las discrepancias de funciones entre el ejecutivo local y los concejales, rematando con la pregunta, ¿por qué perciben un salario los ediles locales? ¿Cuál es la función a remunerar? ¿Podría suprimirse? Y ya que estamos a nivel local, sería interesante conocer por que los candidatos locales hablan de temas como seguridad y narcotráfico, ya que no es mucho lo que se puede hacer a nivel local, ¿será que ellos tampoco conocen las funciones a las que se candidatean?
Los concejales deben establecer políticas y regulaciones relacionadas con el desarrollo urbano, los planes de uso de suelo, debe aprobar el presupuesto anual del municipio, supervisar las finanzas municipales, autorizar gastos y establecer impuestos y tasas locales. También tienen la responsabilidad de garantizar la prestación de servicios básicos a la comunidad, recolección de residuos, mantenimiento de calles y plazas, en otras tareas que realiza el ejecutivo local, ¿por qué entonces el debate de muchos candidatos pasa por temas que están fuera del alcance del concejo? Como la educación, la salud y la seguridad que corresponden en algunos casos a la Provincia y en otros directamente a la Nación.
¿Recuerdan a su profesora de educación cívica? Debimos hacerle más caso y estudiar más, para que nuestro voto pueda ser más valioso y nuestra participación en las urnas y en las instituciones de la democracia, incluso en los partidos políticos y la militancia de base, ya sea con obras o ideas, sea superior a la participación actual. De esa forma evitaríamos situaciones como las que vivimos actualmente donde, algunas agrupaciones se apropian de fechas patrias, desdibujando a los próceres y reescribiendo la historia.
Nos esclavizan con planes, bolsones e impuestos para financiar éstos y como no son suficientes se financian emitiendo moneda, que redunda en inflación. Y cuando alguien se revela, reaccionan cuestionando y relativizando todo, partiendo desde el valor de la vida por nacer en adelante, poniendo en duda las verdades reveladas con cientos de años de estudio, análisis y oración, llevándonos de esta manera al principio, animalizándonos y cambiando las verdades por slogans y frases pegadizas, vacías de contenido, pero colorinches. Confundiendo orgullo con respeto y biología por opciones.
Así la ciudadanía se vuelve más confundida y menos formada, combo que repercute al momento de votar, arrastrándonos a hacerlo por el lado de las pasiones, con cantitos y frases sencillas e impactantes para que votemos con el corazón y no con la inteligencia. Mientras tanto nos enchufan un ministro de economía que no se formó para el cargo, un presidente que no gobierna y mucha deuda que nunca se paga.
La salida a esta esclavitud es la educación, alguien bien formado, es un individuo que puede descubrir engaños, resolver cuestiones por cuenta propia, sin fanatismos, sin depender de lo que diga su líder, su equipo de futbol o su religión. Rompiendo de esa forma con la lógica del esclavo que necesita del amo para vivir, de alguien que lo provea, no solo de cosas materiales, sino también de ideas, para evitar pensar por sí solo y equivocarse, corregir y ser libre de verdad.
Para que votamos debería ser una pregunta sencilla de responder, ¿pero es tan así?