Por Julio Armando. Se siguen juntando las esquirlas de lo que fueron las elecciones barriales el domingo pasado en Rafaela, las cuales resultaron históricas en varios aspectos. Uno de ellos por la cantidad de barrios en los que hubo que votar: fueron 15, superando las jornadas anteriores. En 2019 y 2017 habían sido 11 los sectores donde se votó y en 2015 habían llegado a 13. Otra cuestión histórica tiene que ver con el nivel de participación de los vecinos, teniendo en cuenta que se trata de votaciones que no son obligatorias. En este año los votantes llegaron a 5186, cuando la elección anterior fueron a 3754. Y si bien es cierto que hace 3 años había menos barrios que tenían que elegir autoridades, el promedio de votantes por barrio también fue mayor en este 2022. El tercer aspecto por el cual se puede catalogar como histórico lo que pasó el domingo pasado, tiene que ver con los resultados, donde claramente las conducciones actuales de las vecinales quedaron en "jaque" en relación a las listas opositoras que se presentaron. Los únicos presidentes que lograron renovar su mandato fueron Daniel Bulacio de Villa Podio y Margarita Maldonado de Monseñor Zaspe, con números abultados a favor de cada uno de ellos. También en 9 de julio ganó la lista que representa a la conducción que venía anteriormente en la vecinal y que llevó a la secretaria vecinal, María Elena Monroig a la cabeza. Lo demás fue todo derrota: La lista de Javier Grande que encabezaba Diego García en barrio Güemes perdió con Juan Oliva luego de 10 años, a Mabel Burgui le pasó lo mismo en los Nogales con Estefanía Zbrun luego de 16 años, Lorena Blúa corrió la misma suerte en Mosconi luego de 7 años de gestión sumando las llevadas a cabo por su marido, ganando Marisa Botto. En Villa del Parque dejó de ser presidente luego de 5 años Horacio Nieto en manos de Gabriel Voisard, y lo mismo le pasó luego de muchos años a Germán Dalbano frente a Daniel Demarchi en el Amancay. El barrio Martín Fierro no fue la excepción: la lista que pretendía ser la continuidad de la gestión anterior, encabezada por Fabio Zapata, no pudo imponerse a la de Daniel D'eramo, mientras que en el Virgen de Rosario Ramona Ramallo vuelve al ruedo vecinalista ante la derrota de quien venía al frente, Juan Mansilla. En tanto en Barranquitas Jorge Sosa deja la vecinal en manos de Esteban Ramírez luego de 9 años de gestión tanto suyos como de su esposa; y en barrio Italia, un grupo de vecinos encabezado por Sabrina Ulman destronó a Carla Gómez en la vecinal. Salvo en este último caso, donde los números fueron ajustados, las demás victorias resultaron ser contundentes en cuanto a diferencias se trata.
Lo expuesto hasta aquí marca que en 9 barrios donde sus presidentes o integrantes de la lista quisieron continuar al frente de la vecinal, no lo pudieron hacer ante la falta de acompañamiento del voto de los vecinos. Luego hubo otros tres barrios que presentaron listas nuevas y cuyas conducciones actuales no quisieron hacer explícitos sus apoyos, más allá de que en algunos casos existieron. Alicia Eberhart del barrio Villa Dominga que le ganó a Sebastián Ramírez, no participó de la comisión anterior, pero tenía el respaldo de Arturo Benavídez que fue el ganador en 2019. En barrio Belgrano había dos listas que se presentaron luego de lo que fue el desmembramiento de la comisión anterior con la detención de quien fuera presidente de ese sector, ganando Hugo Kinzler identificado con el movimiento "celeste" que hay en la ciudad. Y en el barrio 2 de abril se presentaron dos listas que no fueron apoyadas de manera explícita por la presidente saliente, Ermelinda Godoy, ganando la nómina encabezada por Mercedes Jara.
¿Qué hizo que el 75 % de las conducciones actuales (9 sobre 12), no pudieran renovar o continuar sus mandatos, y por cifras contundentes? Esa es la pregunta del millón que merece algunas reflexiones. Por un lado el "efecto pandemia" que pegó en la política tradicional el año pasado donde los diferentes oficialismos perdieron elecciones, se vislumbró en también en las vecinales. Los vecinalistas tuvieron tres años de gestión, de los cuales dos estuvieron marcados por la pandemia y por las fuertes restricciones. Los salones de los barrios permanecieron prácticamente cerrados, sin talleres municipales ni privados que le dan vida a la vecinal, y las fiestas particulares que se hacían en esos lugares también cesaron. Algo que por un lado significaba una alternativa para los vecinos que necesitaban alquilar un salón económico para realizar un evento familiar, pero por otro lado implicaba una entrada económica a la Comisión Vecinal que ayudaba a costear los gastos fijos. También en estos dos últimos años se suspendieron los eventos culturales al aire libre que permitían el disfrute del encuentro entre vecinos en los espacios verdes de los barrios. Las vecinales se paralizaron puertas afuera, salvo las que entregaban servicio alimentario, y eso, seguramente influyó en lo que pasó el domingo.
Otro punto reconocido por los propios vecinalistas fue que no vieron respondidas, como esperaban, las gestiones realizadas ante el Municipio, o por lo menos con la premura que requerían los vecinos. Temas de todos los días como tapar baches, podar de árboles, mantenimiento de la iluminación, mejora de plazas o resoluciones en cuanto al tránsito, en varios casos se diluyeron en notas que por algún motivo terminaron en escritorios de oficinas, sin llevarse a cabo. Cabe recordar que la principal tarea de un vecinalista es la gestión de las inquietudes de los vecinos, y si la misma falla, ya sea por voluntad propia o por factores ajenos, esto impacta directamente en la imagen del dirigente barrial. Si esas respuestas no se dieron desde el Estado local justamente por estar abocado a la pandemia principalmente o por falta de coordinación entre el Área de vecinales y las diferentes secretarías, es algo que deberá analizar el propio ejecutivo puertas adentro y de cara al futuro para no cometer los mismos errores. Sobre todo para no desalentar más la participación de vecinos en las comisiones barriales que trabajan ad honorem y dedicando de manera desinteresada su tiempo.
En este breve análisis, que no pretende ser algo acabado, no se puede dejar de mencionar que algunas alternativas opositoras surgidas en los barrios trabajaron de manera colectiva, con propuestas interesantes y "pateando" las calles, como la campaña exigía. Lo cual no deja de ser algo digno de rescatar, como es el hecho de que vecinos se activen en busca de mejoras para su sector sin quedarse solamente en la queja virtual, muy común en estos tiempos.