Es cierto que vivimos tiempos violentos y que a menudo parece que no nos escuchamos. La polarización política, la desigualdad económica y social, la discriminación y otros problemas generan tensiones y conflictos que a menudo se resuelven a través de la coacción.

Sin embargo, es importante recordar que la violencia sólo genera más violencia (Dalai Lama) y no resuelve los problemas subyacentes. En cambio, debemos esforzarnos por escucharnos y comprender los puntos de vista de los demás, incluso si no estamos de acuerdo con ellos.

Jujuy vive tiempos violentos, hay que actuar rápidamente, esto implica practicar la empatía y el respeto hacia los demás, y estar dispuestos a tener conversaciones difíciles y constructivas sobre los temas que nos preocupan. Es importante promover políticas y prácticas que aborden las causas subyacentes en esa provincia.

El caos y la violencia son herramientas utilizadas por aquellos que temen los cambios que podrían beneficiar a la sociedad. En lugar de abrazar la evolución y el progreso, optan por frenarlos a través de la intimidación y la furia. Ésto sólo perpetúa el estancamiento y la injusticia en lugar de fomentar el crecimiento y la igualdad.

Los que hacen la resistencia, no quieren el cambio, (léase una Constitución moderna), optan por el atropello y la confusión, ponen piedras en el camino para frenar la evolución positiva de la sociedad. En lugar de avanzar hacia un futuro mejor y más justo, la sociedad se queda estancada en posiciones rígidas y obsoletas que no permiten el desarrollo de nuevas ideas y soluciones.

De alguna manera, hay que frenar la furia desatada para no tener consecuencias más graves para las personas, incluyendo lesiones como las que ya hay, y muertes si es que las hubiere. Los daños materiales significativos de la provincia de Jujuy afectan negativamente la economía y la calidad de vida de los jujeños.

Es importante encontrar formas de abrazar el cambio y la evolución positiva sin recurrir a la agresión y el desorden. Hay que combatir con el diálogo aquellos que no quieran respetar el juego democrático. ¿Cómo? Con educación, diálogo, tolerancia, respeto hacia las diferencias, cuidar las instituciones, para que la sociedad pueda avanzar hacia un futuro mejor y más justo para todos.

Esta resistencia al cambio, no es por el miedo a lo desconocido, es miedo a perder privilegios y poder. En lugar de acoger la diversidad y promover el progreso, algunos individuos optan por recurrir a la brusquedad y el desorden y así mantener el estatus quo y evitar los cambios que podrían beneficiar a la sociedad en su conjunto. Pero este enfoque, sólo perpetúa la desigualdad y la injusticia y obstaculiza el desarrollo y la evolución positiva.