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Opinión

¿Es la justicia por mano propia la salida?

Un hombre de 63 años fue detenido y luego liberado tras la balacera en Bo. Villa Podio. Semanas atrás, había publicado “Armado, defiendo mi derecho de ser libre”, cansado de los constantes enfrentamientos en el sector. En Abril del año pasado, otro vecino ultimó a quien supuestamente había ingresado a robar. Antes, el trágico caso Glaría. ¿Cuál es el límite? 

Que Rafaela está inmersa en una ola delictiva no es noticia nueva. Tampoco el hartazgo de vecinos y vecinas, que viven sumidos en una incertidumbre y temor constante cada vez que pasa una moto cerca o alguien camina junto a ellos. 

 

El caso de un motochorro que arrastró a una mujer mayor varios metros para robarle la cartera; o la comerciante que sufrió un intento de abuso cuando dos sujetos ingresaron a su local; o los innumerables casos donde las victimas son encañonadas, apuñaladas, golpeadas o amenazadas por delincuentes cada vez más osados, forman parte de la realidad cotidiana de una cuidad olvidada en materia de seguridad. 

 

Tales contextos de violencia no quedan sin respuesta. Casi como una ecuación matemática, ante el aumento de la delincuencia, proporcionalmente aumenta el número de personas que defiende la teoría de la justicia por mano propia. 

 

Y en éste cuadro de situación aparecen algunos hechos que pintan el panorama. 

 

El último día de 2019, Gonzalo Glaría, perdía la vida luego de perseguir a dos sujetos que le habían robado a dos menores, en uno de los casos policiales y judiciales más resonantes de los últimos años. 

 

En abril del 2020, un hombre de 70 años ultimó de un disparo a otro que había ingresado a su propiedad con aparente intensión de robo. 

 

Más acá en el tiempo, un grupo de vecinos linchó a un delincuente que robó y luego intentó apuñalar a un comerciante. La intervención de la Policía evitó un desenlace fatal. 

 

Ahora, en barrio Villa Podio un hombre de 63 años habría efectuado varios disparos con una escopeta hacia un grupo se personas que formaban parte de un enfrentamiento entre facciones que tienen en vilo a ese sector. 

 

Todos éstos sucesos no son hechos aislados. Todos tienen un hilo conductor: cuando el Estado se retira de sus funciones de prevención y cuidado, “florecen” las respuestas violentas de vecinos y vecinas cada vez más descreídos de quienes deben velar por su seguridad. 

 

En éste sentido, no hay un sólo responsable. Ni tampoco hay un análisis rápido de la coyuntura. 

 

Querer endilgarle toda la responsabilidad a la policía, a la Justicia, el gobierno local o al provincial es inútil y solo servirá para el debate partidario y eleccionario. A algunos les servirá más que a otros la situación en la que vive Rafaela para juntar cuatro votos más o cuatro votos menos. 

 

En el mientras tanto, los rafaelinos y rafaelinas están con la sensación de que están por su cuenta. Que nadie aporta una respuesta concreta al problema. 

 

Y, mientras Gobernadores, Legisladores Intendentes y Concejales de uno y otro partido pasan facturas por el “yo hice, vos no hiciste”, la violencia seguirá incrementándose. ¿Hasta que punto? 

 

Sabemos que la violencia solo engendra más violencia. A un delincuente armado, la respuesta es un vecino armado, que desencadena que el delincuente vaya dispuesto a matar y así sucesivamente. 

Rafaela está en un punto de inflexión histórico. O quienes tienen niveles de conducción y responsabilidad en la toma de decisiones intervienen con un plan que supere el partidismo y los “parches”; O la violencia seguirá en una espiral ascendente, hasta que sea imposible pararla. 

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