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Locales OPINIÓN

Rafaela enferma de inseguridad

La sensación del “Estado protector” desapareció para muchos, que ven la calle como una zona por lo menos peligrosa, y que saben que la única herramienta que tienen es la protesta, la de hacerse escuchar y la de salir a pedir que algo cambie. Prometieron 40 efectivos mandaron solamente 22 y solamente 10 quedaron en la ciudad.
Agrandar imagen Responsables de la seguridad en la Provincia Ministro de Seguridad Raúl Lamberto y Secretario de Seguridad Matías Drivet
Responsables de la seguridad en la Provincia Ministro de Seguridad Raúl Lamberto y Secretario de Seguridad Matías Drivet

“Entre, entre que vienen los tiros”, le dijeron 2 chicos a la 5 de la tarde del miércoles pasado a una vecina del Barrio Barranquitas mientras charlaba con otra mujer en la esquina de Gabriel Maggi y Progreso. A los segundos aparecieron los disparos entre lo que serían 2 bandas que con una distancia de 100 metros se tiroteaban a mansalva con varias personas que habían quedado en el medio. Sólo un testimonio para graficar lo que sucede en la ciudad y lo “caliente” que se han puesto ciertas zonas. El relato de esta vecina fue hecho en pleno reclamo de padres de los chicos del club Sportivo Norte para que un policía custodie el entrenamiento de sus hijos por temor justamente a que producto de estos disparos alguna bala perdida impacte en alguno de los chicos. Sí, leyeron bien y habría que no tratar de naturalizar el tema, chicos de las inferiores entrenando con custodia policial. A eso hemos llegado. Un relato más; un vecino del Villa del Parque comentaba que mientras el jueves aproximadamente a las 20 horas estaba reunido con la Comisión Directiva del barrio para buscar acciones que sirvan para frenar la ola de robos y hechos de vandalismo en el sector, en ese mismo momento la vecinal era robada. “Al otro día hice una recorrida por el barrio, y en menos de media hora supe quiénes habían robado, donde vivían, etc, etc, etc. ¿Porque la policía no los descubre si yo, en menos de una hora, lo pude hacer?”, se preguntaba este ciudadano que prefirió guardar su identidad por temor a represalias. Ni hablar de los arrebatos que se dan en cualquier lugar y a cualquier hora, con ribetes cada vez más violentos donde la consigna es obtener el “botín” sin importar el precio. O de aquellos que llegan a su casa o a su lugar de trabajo y se encuentran con su intimidad violentada tras la cual perdieron sus objetos y años de ahorros invertidos para obtenerlos.

El diagnóstico está hecho desde hace rato: Rafaela está “enferma de inseguridad” y con pronóstico reservado. La salud se va deteriorando día a día y las defensas son cada vez más bajas. Lo que parece que no se puede o no se quiere es encontrar el remedio que posibilite una recuperación o por lo menos que evite un empeoramiento de la situación. Ya no sirven las reuniones para que hablen los vecinos, ¿qué más quieren que digan? Ya dijeron todo. Ahora los que tienen que hablar son los funcionarios encargados de tomar decisiones políticas en el corto y largo plazo para que esto cambie. Y más que hablar, actuar. Es evidente que las políticas preventivas están fracasando; que a la policía le faltan recursos humanos y materiales, y si nos ponemos a hilar fino, rápidamente nos daremos cuenta que esto será difícil a sabiendas de que serían necesarios alrededor de 90 efectivos más para palear la situación, el Ministro Lamberto prometió enviar 40, de los cuales llegaron 22 y sólo 10 quedarán en nuestra ciudad.

Ciertos sectores de la ciudad se han transformado en “aguantaderos” de delincuentes que se mueven con total impunidad. Que más que nunca la presencia del Estado provincial debe hacerse visible en las calles para confrontar de lleno la delincuencia, la droga y todo que lo que termina haciendo de ésta, una sociedad menos vivible. La sensación del “Estado protector” desapareció para muchos, que ven la calle como una zona por lo menos peligrosa, para no ir al extremo de decir “liberada” y que saben que la única herramienta que tienen es la protesta, la de hacerse escuchar y la de salir a pedir que algo cambie. El paciente todavía tiene esperanzas, Rafaela está a muy lejos de parecerse a Rosario y Santa Fe pero con los mismos síntomas con que estas ciudades empezaron. Alguien tendrá que despertar antes que sea tarde.

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