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Locales INSEGURIDAD

Inseguridad: nadie puede hacerse el distraído

Las diferentes administraciones públicas, organismos, instituciones y poderes del Estado necesitan dar una solución conjunta a un problema que hoy afecta principalmente a la clase media y baja de la sociedad.

El reclamo sobre seguridad no es nuevo, ni mucho menos. Pero esta semana ha tomado algunos ribetes más sobresalientes cuando vecinos del barrio Virgen del Rosario realizaron convocatorias en la vecinal, fueron en grupo a las casas de sujetos que alteran la tranquilidad del sector y terminaron desembocando en la Fiscalía y la Jefatura de Policía en una marcha pidiendo mayor seguridad. Pero esta no parece ser la primera ni la única reunión por el tema, porque vecinos de otros sectores también aquejados por la misma problemática se encuentran por estos días movilizados para hacer sentir su reclamo. Es que la inseguridad hoy es una lucha sin cuartel; la calle, una vivienda, un comercio, un espacio verde, pueden ser el escenario para sufrir algún tipo de delito. Tampoco hay horarios, en cualquier momento del día la rapacidad de los “amigos de lo ajeno” se deja sentir sobre el ciudadano de a pie. Como se puede ver en las diferentes crónicas policiales, este mal con vestigios epidémicos por momentos, afecta en un porcentaje casi excluyente a clases medias y bajas y no a los sectores más pudientes como alguno pueda llegar a pensar. Éstos cuentan con los recursos necesarios para adquirir tecnología, infraestructura o servicios de vigilancia necesarios para repeler a cualquier delincuente. Es obvio, que a veces todo esto puede fallar y un “golpe cinematográfico” deja al descubierto las falencias de los sistemas de seguridad (o en contraposición la sofisticación de los delincuentes), pero no es lo más común. Los que sufren diariamente los robos, los arrebatos, las violaciones contra la propiedad y el despojo de sus pertenencias de cualquier manera siguen siendo los sectores medios y bajos. La gente de barrio, la que no le alcanza para una alarma, la que no llega para una cámara o la que apenas puede poner una puerta de madera. El vecino que gana el pan con el sudor de su frente y que ve como lo que le costó meses o años adquirir lo pierde sin atenuantes en pocos minutos. 

Ante estas situaciones nadie puede hacerse el distraído: ni el poder político, ni el judicial, ni el policial; porque todos tienen algo para aportar o para asumir. Nadie puede pasar por la vereda del frente ante este tipo de reclamos y quedar ajeno como si no tuviera nada para decir o hacer. Por más que haya una movilización a la Fiscalía, el poder político no puede sentirse aliviado que esta vez no le tocó. Por más que haya manifestantes en la Jefatura, la Justicia no debe creer que está afuera de esto. El vecino reclama donde puede, donde sabe y a quien conoce, pero eso no significa que los demás actores sociales deban seguir en sus asuntos como si no pasara nada. El concepto de Estado se supone integrador, donde las diferentes instituciones, niveles de gobierno, organismos, poderes, “dialogan” entre sí. Trabajan de manera conjunta con el fin de brindar soluciones complementarias, eficaces y sin grietas. Los intereses políticos, sectoriales, personales, atentan sin dudas contra las respuestas que la población espera. Muchas veces, la mayoría de las veces, es difícil para los vecinos entender el entramado institucional complejo que desarrollan las sociedades. Saber a quién le corresponde cada cosa, por qué a cierto organismo le compete una función y no otra, o cuál es el nivel de competencia de cierta administración pública. El vecino ve, como debería ser, al Estado en su conjunto, como un ente que debe protegerlo y favorecer el desarrollo de su vida ciudadana. Y no como compartimentos inconexos donde cada sector parece cumplir funciones diferentes sin interrelacionarse entre sí; y lo peor, “sacándose el poncho” de encima. Es imprescindible el trabajo conjunto, un diálogo permanente entre quienes deben dar respuestas; y no la especulación política o personal de obtener un beneficio propio cuando el reclamo lo tiene otro. Si todos los actores están dispuestos a asumir el compromiso que les corresponde y a trabajar colectivamente sin mezquindades y egos, quizás la inseguridad vaya siendo cercada desde diferentes lugares. Sino, los ciudadanos seguirán pululando por diferentes oficinas públicas pidiendo soluciones y escuchando las mismas excusas de siempre. 

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