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"La única salida es aunar vínculos, crecer en solidaridad, acercarnos, acompañarnos, ayudarnos"

Con estas palabras cerró su homilía monseñor Sergio Fenoy la celebración de la Solemnidad de Corpus Christi.
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Crédito: Agustín Del Bosco

“Esa es la verdad que celebramos: no estamos solos. Él no se olvida. Está cerca; y al estar cerca nos anima a nosotros a hacer lo mismo: estar cerca de los demás. Ese es un fruto bendito de la Eucaristía. Y es la única salida para esta ciudad, para la Argentina, para el mundo, para el hombre: aunar vínculos, crecer en la solidaridad, acercarnos, acompañarnos, ayudarnos”, con estas palabras cerró su homilía monseñor Sergio Fenoy la celebración de la Solemnidad de Corpus Christi.

Bajo el lema, “Eucaristía: el Señor no se olvida de nosotros”, miles de fieles se congregaron frente a la Catedral Metropolitana para celebrar al Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo. Luego de la Misa, tuvo lugar la procesión por las calles de la ciudad, para finalizar con la adoración y bendición eucarística.

En sus palabras Mons. Sergio Fenoy expresó que “la celebración de la Eucaristía se da siempre en un contexto de “memoria”. Recordar es esencial para le fe. Nuestra historia personal se funda en la memoria de lo que el Señor ha hecho por cada uno de nosotros”.

Por la fragilidad de nuestra memoria, “la prisa del día a día, personas y acontecimiento pasan con rapidez y no dejan huellas en nuestra vida. Muchas veces nos sentimos desarraigados, y olvidamos lo que somos y de dónde venimos.” Ante esto, “la Eucaristía es “memorial” de Cristo crucificado. “Memorial” es una expresión de rico contenido bíblico y significa una celebración que recuerda, conmemora y actualiza un acontecimiento del pasado que ahora se hace presente en la celebración de una comunidad. Los primeros cristianos celebraban la cena del Señor, como “memorial” de Jesús. Al celebrar la Eucaristía estamos celebrando el acontecimiento salvador que se expresa en esa cena: la entrega de Jesús hasta la muerte. Cuando comulgamos con Jesús en la Eucaristía estamos comulgando con alguien que ha vivido y ha muerto “entregado” totalmente a los demás.

Así monseñor Fenoy valoró el hecho de hacer memoria “es hacernos parte de una historia. Cada comunidad, cada pueblo, cada ciudad hereda una historia marcada con acontecimientos alegres y tristes, buenos y malos, agradables y desalentadores. La inundación del 29 de abril de 2003, que dejó bajo el agua a un tercio de la ciudad de Santa Fe, ha sido considerada por muchos la peor tragedia que vivió su población. El agua hizo descubrir la grandeza de muchos; la solidaridad de un país, el coraje y la valentía de tantos santafesinos luchadores y la disponibilidad de compatriotas que se acercaron a dar una mano. También el agua hizo descubrir las miserias humanas: no faltó el egoísta que sólo acapara para sí, el orgulloso que niega una ayuda y el soberbio que mira para otro lado. Es por eso, que a veinte años de esa tragedia queremos tener un especial recuerdo en la celebración de este año.

Santa Fe necesita personas que se animen a ser protagonistas en medio de tantas miserias y debilidades humanas. Necesita hombres y mujeres comprometidos con aquellos que están más necesitados e indefensos. Necesita de cada uno de nosotros, los bautizados, para que con nuestra santidad de vida renovemos lo destruido, alentemos al decaído, acompañemos al que camina solo y animemos al que perdió la esperanza. En la Eucaristía celebramos que el Señor no se olvida de nosotros, seguramente para enseñarnos a no olvidar y así, enriquecida nuestra memoria con lo doloroso de este acontecimiento, junto a la acción de gracias de tantos que solidariamente se acercaron a ayudar, podamos también ser nosotros motivos de esperanza para mirar a nuestra ciudad con el horizonte nuevo de la Vida que nos trae Jesús.

Finalmente, monseñor Fenoy, manifestó que la Eucaristía recuerda al hombre que solo en el camino difícil de la vida. “El Señor no nos olvida ni nos abandona. Su cercanía debe provocar en nosotros el deseo de hacernos cercanos a todos, recreando en nuestra ciudad una fuerte vinculación de solidaridad, sin la cual no hay futuro posible para nadie.”

 

Monseñor Sergio Fenoy

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