En un tiempo marcado por las luces y las esperanzas compartidas, dos tradiciones milenarias se unieron en un abrazo musical que trasciende las fronteras de la fe. El rabino Marcelo Polakoff, y Monseñor Pedro Torres, obispo de la Diócesis de Rafaela, se encontraron nuevamente para celebrar juntos la Navidad cristiana y la festividad judía de Janucá, regalando al mundo un canto que es mucho más que melodía: es un puente tendido entre dos caminos espirituales.
Con una letra cargada de simbolismo y poesía, la canción resalta la luz como un vínculo eterno entre ambas celebraciones. “De una vela se enciende hoy, por ocho días hay bendición”, entona el rabino, evocando el milagro de la Menorá que cada año ilumina Janucá, mientras el obispo añade: “Jesús renace en esta noche, y en cada casa se asoma el sol”, recordando el nacimiento del Salvador celebrado en Navidad.

Ambos líderes espirituales, desde sus tradiciones, comparten un mensaje común: el amor divino no conoce de límites, y en la diversidad de expresiones de fe se encuentra la riqueza de la humanidad. La letra invita: “Súmense a la canción del rabino y el monseñor, solo a condición de escucharnos con compasión.” Un llamado a dejar de lado prejuicios y abrirse al diálogo sincero, donde el respeto y la empatía ocupen el centro.
La realización musical estuvo a cargo de Fernando “Rahe” Israilevich, con una producción audiovisual impecable de Daniel Arceri y la coordinación de Mara Pedicino. Grabado en RPM Argentina, este villancico y “sher” se ha convertido en una tradición que, año tras año, ilumina las festividades con un mensaje de hermandad y reconciliación.

Este canto no es solo un homenaje a dos celebraciones religiosas, sino un símbolo de lo que es posible cuando dejamos de vernos como extraños y comenzamos a escucharnos como hermanos. En un mundo que a menudo se enfoca en las diferencias, este diálogo musical nos recuerda que en el fondo compartimos la misma luz divina, esa que nos impulsa a buscar la paz y el amor en todo lo que hacemos.
La Navidad y Janucá, cada una con su historia y sus símbolos, convergen aquí como un canto de esperanza. La luz de la Menorá y la estrella de Belén se encuentran para recordarnos que, al final del camino, somos parte de un mismo propósito: construir un mundo donde el amor, la fe y la amistad sean los pilares que nos unan.

En estas fiestas, que la música de este rabino y este obispo inspire a todos a mirar al otro con compasión, a encender velas de paz en cada corazón, y a celebrar que, más allá de las diferencias, todos somos hijos de un mismo Dios.