Los mercados globales de fertilizantes vienen siendo sustancialmente trastocados en los últimos años. Cuellos de botella en la salida de la pandemia, alzas de la demanda mundial, cambios en políticas de exportación, entre otros factores, vienen impulsando al alza a los precios de los principales fertilizantes a nivel mundial.
Apuntalando sus rindes y sosteniendo la productividad de los suelos argentinos, la agroindustria nacional viene requiriendo cada vez más fertilizantes, año tras año. La capacidad instalada a nivel nacional no alcanza para abastecer la demanda de fertilizantes, por lo que una gran proporción de éstos son traídos del exterior junto con materias primas como roca fosfórica.
Potenciales limitaciones a las importaciones de fertilizantes por falta de dólares podrían generar caídas en la producción agrícola y agroindustrial. Solamente en trigo y maíz hemos estimado que se generarían bajas de exportaciones por un valor de entre US$ 3.300 y US$ 4.500 millones.
Lo que se expone en esta nota de la Bolsa de Comercio de Rosario, elaborada por Guido D´Angelo, Emilce Terré, Florencia Poeta, Patricia Bergero y Julio Calzada no significa necesariamente que éste será el escenario que sucederá en los próximos meses.
Lo que se busca es resaltar la importancia que tienen las importaciones de fertilizantes en las exportaciones agroindustriales de granos, harinas, aceites y biodiesel de la República Argentina para la campaña 2022/2023. Recordemos que la estimación actual de la BCR para la última campaña 2021/2022 se aproxima a los 38.000 millones de dólares anuales de exportaciones, una cifra clave para el equilibrio macroeconómico de nuestro país y el cumplimiento de los futuros compromisos que se tomen con el Fondo Monetario Internacional.
Si hay un rubro donde debe priorizarse la asignación de divisas es precisamente éste, por su impacto en las exportaciones agroindustriales.
Una demanda creciente de fertilizantes a nivel global viene apuntalando los mercados año tras año. A esta dinámica alcista se le sumó el año pasado la progresiva salida de la pandemia, que redundó en un incremento de la demanda de bienes y servicios a nivel mundial. Las cadenas globales de valor, pensadas en términos de eficiencia y con mínimos stocks de mercaderías, se vieron sobrecargadas para atender a esta elevada demanda global (Spence, 2021).
Consecuentemente, los sucesivos cuellos de botella logísticos y productivos del 2021 derivaron en elevadísimos costos de flete y una reacción insuficiente de la oferta respecto al alza de demanda para los fertilizantes. La urea y el fosfato monoamónico (MAP), principales fertilizantes consumidos a nivel mundial, mostraron subas elevadas a lo largo del año pasado.
La urea a nivel internacional llegó a valer más de US$ 900/t en diciembre del 2021, con precios apenas por encima de los US$ 300/t en mayo del mismo año. El fosfato monoamónico (MAP) también mostró importantes subas, desde US$ 550/t en mayo a casi US$ 850/t en febrero de este año.
No debe dejar de considerarse que los precios de los tenders (licitaciones en India especialmente) son de referencia. A lo largo de noviembre, los precios de la urea aumentaron fuertemente y reflejaban un mercado con escasa oferta y pocas operaciones. Este escenario fue cambiando desde el inicio del 2022 donde se evidenció una importante caída de precios que viene registrándose semana tras semana.
Mercado internacional
La India se consolida año tras año como el principal importador de fertilizantes del mundo, los cuales provienen mayoritariamente de China. La India realiza importantes tenders (licitaciones) de compra de fertilizantes. Mientras tiene sus ofertas de compra abiertas, los precios y la dinámica del mercado cambian sustancialmente.
El 60% del consumo mundial de fertilizantes se concentra en nitrogenados, dejando la proporción restante distribuida entre los fertilizantes fosforados, potásicos y azufrados.
En lo atinente a la demanda mundial de fertilizantes, nuestro país representaba apenas el 1% del consumo mundial de los diversos fertilizantes en 2018, ubicándose en el puesto 24 en el ranking de consumo. Esto evidencia el robusto nivel de nutrientes de los suelos argentinos, ya que la escasa demanda nacional de fertilizantes no se condice con la relevancia global argentina en los mercados agroalimentarios del mundo.
Las necesidades de fertilización de los suelos argentinos son cada vez mayores, tanto sea para reposición de nutrientes para mantener los niveles de productividad, como para incrementar la producción y profundizar la aplicación de tecnología en los diversos cultivos.
El consumo de fertilizantes en Argentina ha crecido en las últimas décadas, con especial ímpetu en los últimos seis años, como puede verse en el siguiente gráfico.
Amerita destacar que las importaciones de fertilizantes en el año 2021 representaron un récord absoluto en tonelaje. Además, de manera preliminar podemos afirmar que el consumo de fertilizantes de origen nacional se ubicó en su mínimo nivel desde el año 2009.
Si no se reinicia la importación de fertilizantes en las próximas semanas, comienza a correrse riesgos para su aplicación en los cultivos argentinos. La logística de fertilizantes, provenientes en una importante porción de Egipto, requiere meses de transporte, lo que lleva a preocupaciones en caso de no llegar a tiempo para mejorar el rendimiento de las cosechas argentinas.
Lo mismo puede expresarse con el conflicto Ucrania- Rusia que puede alterar fuertemente al mercado de fertilizantes.
Récord interno
Según el último informe de coyuntura (febrero 2022) emitido por la Dirección de Informaciones y Estudios Económicos de nuestra entidad, las reservas internacionales culminaron el año 2021 con reservas brutas en el orden de los US$ 39.662 millones, implicando un aumento de solo US$ 275 millones respecto al año 2020 y una caída de US$ 5.186 millones respecto de finales del 2019.
Las reservas netas del BCRA finalizaron en 2020 en niveles muy bajos, aproximadamente en US$ 3.675 millones.
A finales de enero del 2022 las mismas cayeron a un valor crítico de US$ 1.684 millones, sin contabilizar los pagos de intereses al FMI de principios de febrero. Argentina se encuentra nuevamente en una situación de gran fragilidad de reservas que dificultan la estabilidad externa en el corto plazo.
Esta situación preocupa fuertemente al sector agropecuario de cara a la campaña 2022/2023, ante la posibilidad de que no pueda mantenerse un flujo óptimo de importaciones de insumos y bienes de capital necesarios para consolidar los casi 38.000 millones de U$S de exportaciones anuales que genera la venta de granos, harinas, aceites y biocombustibles.
Las importaciones de fertilizantes están muy lejos de ser un factor de presión para la balanza de pagos argentina. Toda importación de fertilizantes genera mayores rindes y producción y -por ende- mayores exportaciones, nivel de actividad y recaudación impositiva.
Impacta positivamente en la recaudación tanto de derechos de exportación como del resto de los tributos que paga el sector (IVA, ganancias, débito y créditos bancarios, ingresos brutos, etc.)
De lo expuesto se deduce que una posible limitación en las importaciones de fertilizantes no redundará en ahorros de divisas, sino que llevará a mayores pérdidas de producción agroindustrial, menores exportaciones, y por ende, una menor liquidación de divisas a nivel nacional. Reiteramos que lo que se expone en esta nota no significa necesariamente que se presentará este escenario negativo en los próximos meses.
Lo que se busca es remarcar la importancia que tienen las importaciones de fertilizantes en las exportaciones agroindustriales de granos, harinas, aceites y biodiesel de la República Argentina para la campaña 2022/2023.
La estimación actual de la BCR para la última campaña 2021/2002 se aproxima a los 38.000 millones de dólares anuales de exportaciones, una cifra clave para el equilibrio macroeconómico de nuestro país y el cumplimiento de los futuros compromisos que se tomen con el Fondo Monetario Internacional.