El Consejo Agropecuario del Sur (CAS) es el foro ministerial de consulta y coordinación de acciones regionales, integrado por los ministros de agricultura de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, tiene como objetivo fundamental definir las prioridades de la agenda agropecuaria y tomar posiciones sobre temas de interés regional con el fin de articular el desarrollo de las acciones acordadas.
En la XLII Reunión Ordinaria del Consejo (4 de junio del 2021), considerando los desafíos comunes para los países de la región en el marco de las negociaciones internacionales en materia de desarrollo sostenible, los ministros del CAS aprobaron una declaración de “Principios y valores de la región para la producción de alimento en el marco del desarrollo sostenible”.
La ganadería bovina es una actividad crucial para el desarrollo económico, social y productivo de los países del CAS y tiene una alta importancia para la seguridad alimentaria global, ya que las exportaciones de la región de carne bovina representan casi el 40% de las exportaciones mundiales. La producción de carne bovina contribuye sustancialmente a la generación de divisas y empleo en la región, fortalece los procesos de desarrollo territorial, contribuye a una mayor sostenibilidad ambiental de los modelos agrícolas, provee servicios ecosistémicos de alto valor por medio de los pastizales naturales y tiene un rol esencial para lograr una adecuada nutrición de la población, especialmente de los niños en edad temprana y en las poblaciones más vulnerables.
El punto de partida de la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios, reflejado en el documento de discusión del eje 2 de la Cumbre y los dos documentos de soluciones estratégicas propuestas a la fecha de escritura del presente documento (28/06/2021), refleja una visión sobre la carne bovina que no está respaldada por la evidencia científica y que no tiene en cuenta las características de los sistemas productivos ganaderos en los países del CAS. El excesivo consumo de proteína animal en general, y de carne bovina en particular, cualesquiera sea la interpretación de la noción de excesivo, se postula como perjudicial para la salud humana, bienestar animal y la salud ambiental del planeta y como parcialmente responsable de un conjunto de fenómenos de carácter ambiental (degradación de tierras, contaminación de agua, cambio climático.). Estas aseveraciones contribuyen a crear una imagen distorsionada sobre la producción y el consumo de carne bovina, que afecta negativamente a una de las actividades estratégicas de la región. Diversos actores de la comunidad internacional que participan en la Cumbre plantean que la solución al excesivo consumo de proteína animal está en promover y apoyar el mercado de proteínas alternativas, particularmente la producción de alimentos basados en plantas y los cultivos celulares. Se observa en esta etapa de inserción de los productos en el mercado una evidente sobre-estimación de los beneficios de dichas soluciones, asignándose a los alimentos basados en plantas y a los desarrollos experimentales en cultivos celulares efectos positivos sobre el ambiente y la salud humana que son, a la fecha, especulativos y no basados en evidencia. La mayor densidad nutricional de los productos de origen animal implica que se deba aumentar en forma significativa el número de alimentos y calorías para obtener un determinado nivel de nutrientes, en el caso de las dietas basadas en plantas. Esto tiene implicancias tanto desde el punto de vista ambiental como desde el punto de vista de la salud humana, de la desigualdad del ingreso y del acceso a los alimentos. Como plantean Miller y McCullough (2021), la acepción ambiental de la sostenibilidad no tiene que ser el criterio dominante para la elaboración de directrices dietarias globales. Las contribuciones nutricionales, sociales y económicas de los alimentos de origen animal en patrones dietéticos saludables y asequibles deben tener igual peso en la discusión. Las proteínas de origen animal (como la carne, pescado, leche y huevos) contienen los 9 aminoácidos esenciales y son las que se conocen como de alto valor biológico. La sostenibilidad de la ganadería bovina se encuentra en el núcleo de la visión de futuro en los países del CAS, desde sus tres acepciones: ambiental, económica y social. El diseño de políticas públicas que maximicen el potencial de mitigación de GEI de los sistemas de producción de carne bovina de los países del CAS, de la mano de la adopción de nuevas tecnologías, prácticas agronómicas y conocimiento científico, que reduzcan la huella de carbono de la actividad sin afectar los niveles de productividad, es una prioridad estratégica para la región. La sostenibilidad no es un concepto estático y evoluciona de acuerdo a las demandas de la sociedad y el entorno, por lo tanto las políticas hacia el sector tienen que ser dinámicas y estar basadas en la última evidencia científica y técnica disponible. El rol de la institucionalidad pública agropecuaria de la región y el sector privado es determinante para la generación de innovaciones que contribuyan a una mayor sostenibilidad de la ganadería bovina regional. En los países del CAS, las ganancias de productividad son esenciales para minimizar el impacto ambiental de la ganadería hacia el futuro, de la mano de las nuevas tecnologías que están irrumpiendo en la actividad. Los incrementos de productividad son la llave para garantizar la sostenibilidad de la producción, de la mano de los sistemas ganaderos climáticamente inteligentes.
Finalmente, la pandemia del COVID-19 ha puesto en evidencia la fragilidad de una porción importante de la población mundial. Previo a la pandemia, se estimaba que 900 millones de personas alrededor del mundo no tenían acceso a una alimentación adecuada. La contracción en la economía global en el año 2020, el impacto asimétrico en las regiones más pobres del mundo y la caída dramática en los niveles de ingresos y en los niveles de empleo en los segmentos de la economía informal, puede tener un efecto devastador sobre los logros obtenidos en términos de reducción de la pobreza y el hambre en los últimos años. Según las estimaciones del FMI y el Banco Mundial, más de 95 millones caerán en la pobreza extrema y más 270 millones están en riesgo de caer en niveles agudos de inseguridad alimentaria como consecuencia de la pandemia. La propuesta de soluciones de política derivadas de la Cumbre, basadas en percepciones negativas sobre el consumo de proteína animal de ciertos grupos de interés, puede encarecer los costos de producción de la proteína animal en los principales países productores, dificultando aún más el acceso a alimentos de alto contenido y calidad nutricional a las poblaciones más vulnerables y agravando los problemas de inseguridad alimentaria de una parte importante de la población. La ganadería sostenible debe ser estimulada para cumplir con su rol de proveer seguridad alimentaria y nutricional a todos los segmentos de la población.