Empiezan las clases y comienza a acumularse la angustia de saber si este año, nuevamente, estaré recibiendo los reclamos permanentes de la maestra.
Éste, es un sentimiento común a muchos padres que les dispara angustia, culpa, impotencia.
Es, como todos los años un motivo frecuente de consulta a neuropediatría. ¿Las razones?.
Definir dificultades de la conducta de un chico, NO IMPLICA PENSAR EN ENFERMEDADES. Ud. podría preguntarse, ¿y entonces a qué me mandan con el médico?.
Por lo pronto me interesa darles algunas pistas.
Primera situación: Podríamos estar frente al reclamo de un niño de mal comportamiento solamente en la escuela. Es decir, “en casa no se portó nunca así, y tampoco nunca me dijeron en otros lugares que se comporte tan mal”. Pregunta entonces: ¿qué pasa en la escuela?.
Segunda situación: “Dr., lo traemos porque en verdad ya no sabemos qué hacer con él”. Al preguntar en la escuela, el club, nadie plantea quejas similares a las contadas por los padres en la casa. Pregunta: “qué pasa en la casa?.
Tercera situación: “Me mandan de la escuela porque su conducta es un desastre…no nos sorprende, porque en casa nunca pudimos manejarlo…”. Preguntamos entonces: ¿qué pasa con el chico?.
En las tres situaciones, el niño forma parte de un problema. En las dos primeras, con origen en el contexto (familiar, escolar, social). En el tercero, primario, propio del chico.
Es en este grupo, en donde encontramos la mayoría de aquellos que requieren de evaluación médica especializada.
Podría decirles que como seres humanos, a veces, algunas personas carecen de habilidades que afectan secundariamente su conducta. Carecer de habilidades, es una cuestión inherente a toda persona, pero si se trata de alguna importante que regule la conducta, estará en un gran problema.
Afortunadamente, estas cuestiones tienen respuesta y solución. La medicina, la psicología, pueden ayudarlos.
No se enoje con el docente, escúchelo, él nos representa como padres en nuestra ausencia, y está para decirnos lo que nuestro hijo necesita.