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Opinión

"Las historias que no se ven desde el Edén"

Esta mañana una lectora de Rafaela Noticias hacía llegar su queja hacia una empresa de transporte. Ahora, se suma una nueva carta que data del año 2015, relatando situaciones similares. "Nada cambia. Todo sigue igual".

En la mañana de este lunes Rafaela Noticias publicaba el reclamo de una vecina hacia una empresa de transporte. Ésta debía viajar a la localidad de Rosario para hacerse ver por su médico de cabecera oncológico, ya que es una paciente del área. Para su sorpresa, no pudo viajar.

Ahora, una nueva carta llegó a este medio. Data del año 2015, y cuenta varias situaciones similares a lo informado por la lectora este lunes.

"Cumpliendo con la obligación de presentar una declaración de salud por mi situación impositiva/previsional, fui convocada a Rosario a una junta médica. Eso motivó que tuviera que hacer dos viajes a Rosario, en dos miércoles consecutivos. Y también me permitió revivir mis recuerdos de viaje durante 5 años, mientras estudié allí.

El primer miércoles, tuve que viajar con el servicio de las 4:50 de la empresa Güemes. Dicho servicio salió a las 5:40. El segundo miércoles, pude elegir salir con el servicio de las 9:00. A menos de 30 minutos de viaje, se reventó una cubierta. Se pudo cambiar en una localidad cercana, pero la llegada a destino se produjo 1 hora y media después de lo establecido. Por la tarde, regresé en el servicio expreso de las 18:45, llegando a las 22:30, 45 minutos más tarde, conjuntamente con el servicio intermedio que había partido a las 17:15 y que debió llegar a las 21:15, no a las 22:30. Para sintetizar, un servicio de 4 horas, se transforma en 5 horas y media, sólo para hacer 230 km.

Pero ésta no es la historia que quiero contar, lo relevante. Lo que quiero contar es lo que nadie ve desde el Edén, utilizando el nombre del lujoso hotel donde se suele hospedar la señora Presidente de la Nación, o lo que nadie sufre desde el helicóptero o el avión presidencial.

La historia es la de muchas personas que periódicamente utilizan este servicio que, como si fuera poco, se realiza por la Ruta Nacional 34. La historia de muchas personas que por necesidad, no por gusto, viajan a Rosario por trabajo o por temas médicos, muchas veces tratamientos oncológicos.

Niños, mujeres y hombres que tienen que cumplir con un horario o un turno, y regresan una y otra vez a la ciudad de Rosario, desde localidades del norte de la provincia.

Un hombre que, ya en el límite de sus fuerzas por no obtener un transplante de hígado, peregrina a Rosario para solicitar una declaración de invalidez y gestionar una jubilación. Una mujer que llega a las 22:30 y que, luego de haber soportado 5 horas y media de viaje por la mañana, 3 horas y media por la noche, y ser sometida a quimioterapia, tiene que volver a intentar viajar con el servicio de las 4:50 del día siguiente, para buscar una biopsia, siempre que consiga un pasaje un rato antes de viajar porque, por la noche a su llegada, la boletería ya estaba cerrada. Otra mujer que también viajó por la mañana, sufriendo las demoras, y vuelve a la noche, con retraso, luego de la quimioterapia, y tiene que seguir viaje en su propio auto, en la oscuridad de la noche y evitando los baches gigantes de la ruta que la lleva a su localidad.

Resulta que el servicio de la empresa Güemes, además de ofrecer un pésimo servicio con algunos de sus coches, circula por la decadente Ruta Nacional 34. Y, en este momento, están intentando arreglar un trecho, a 45 minutos de Rosario, y hay que formar largas colas para dejar pasar intermitentemente a los que van al sur y a los que van al norte, perdiendo por lo menos 30 minutos que se adicionan al tiempo de viaje. Dije arreglando, porque no significa que, finalmente después de 30 años, alguien haya tenido la lucidez de transformarla en autovía. Sino que se arregla para que siga siendo una triste ruta angosta de dos vías.

Recién en el tramo que va desde el cruce con la autovía de la Ruta 19 (Santa Fe / Córdoba), hasta la localidad de Sunchales, a 45 km al norte de Rafaela, se están viendo los primeros trabajos para comenzar a construir la autovía. Claro, después de 10 años de promesas, no daba la situación como para pasar otras elecciones sin alguna muestra de que la intención era verdadera.

Mientras tanto, el micro que lleva y trae a estas personas y sus necesidades semana tras semana, día tras día, tiene que circular por una ruta destruída, detrás de filas de camiones imposible de pasar, con nuevos radares en las cercanías de cada pueblo que requieren circular a baja velocidad, y los tiempos para transitar 230 km en el siglo XXI se convierten en algo igual o peor que los que teníamos hace 30 años.

Pero estas historias no se ven desde el Edén ni desde el helicóptero. Se ven en la tierra, donde la gran mayoría de todos nosotros, según parece, tratamos de sobrevivir".

Lic. Lilián Koper

Junio 2015

 

 

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