Pirucha, pon la pava, dijo la abuela. Pirucha con buen criterio encendía el fuego, templaba las copas y servía el cognac, ante el estupor de los invitados que esperaban café y seguía hablando con la naturalidad que la acompañó durante los 94 años de su vida. La Gallega marcaba a su paso la diferencia. Fuerte temperamento, siempre en el centro de la rueda cantando y contando historias de su juventud. Amante ferviente de las tradiciones españolas, del tabaco negro, del alcohol y de las vivencias salpicadas de realismo. Amiga fiel de cuantos la rodearan. Con la colonización se crearon los diversos defensores y detractores de las corrientes migratorias y de lo que fue fundamentalmente la relación con el criollo, que era en realidad un mestizo compuesto por el indio y los primeros inmigrantes. De allí que nunca al español se le dijo gringo y al inmigrante español de principios de siglo se le llamó casi genéricamente Gallego. Por supuesto que los que venían de Barcelona, de Sevilla o de Pamplona la situación los irritaba bastante. Pero la abuela era oriunda de Santiago de Compostela y demás está decir que la imagen que los pintaba cejudos y brutos era la de un grupo al cual, ella, definitivamente no pertenecía. Las visitas eran frecuentes y en largas reuniones se discutía sobre valores que por cierto eran muy diferentes. Florentino siempre decía a sus nietos, en forma de alabanza, que si se casaban con una gringa tendrían una casa ordenada, los chicos limpios y prolijos, austeridad y probablemente fortuna pero un sexo frío y monótono. Si se casaban con una criolla tendrían una cama ardiente, los chicos andarían con los mocos colgando, descalzos y en la casa reinaría el descontrol y si lo hacían con una gallega probablemente tendrían ambas cosas, buen sexo y prosperidad La abuela corroboraba a sus nietas esta versión pero aportaba su impronta personal y les decía si se casaban con un criollo las iba a mantener contentas pero con hambre, si se casaban con un gringo seguramente tendrán fortuna, pero a ellos no le van a faltar los cuernos.