En este Siglo XXI que nos toca vivir, muchas son las cosas que pasan y muchas de ellas no tienen la explicación necesaria, ya que la política empieza a influir en los distintos campos acción. Entrándonos en los que es el deporte puntualmente vemos como paulatinamente intercede en el normal desenvolvimiento de las actividades.
Hoy el fútbol argentino en subsidiado por el Gobierno Nacional desde hace unos años, lo cual, se vio por los clubes como una buena solución a sus reiterados problemas económicos, llámense chicos o grandes. Pero es aquí donde la política comienza a ser un problema para nuestro fútbol, ya que obligan a jugar en los horarios que ellos quieren, para competir con Jorge Lanata, que hoy tiene un enfrentamiento con el poder de turno. Pero me pregunto hasta que punto estas cosas se hacen dándole la espalda a la gente, que nunca se tienen en cuenta para las decisiones. O mejor dicho a quién le importa si un partido termina a las doce de la noche, con todo lo que ello implica y más si tenemos en cuenta los hechos de inseguridad se repiten ya como moneda corriente.
Una vez más dejamos de lado nuestras creencias, para someternos a los designios del poder, que hoy se le ocurre hacer esto y mañana otra cosa, y nada ni nadie puede decir absolutamente nada. Que hay que hacer para que de una vez por todas el gobierno se ocupe de los miles de problemas que hay y dejen que el fútbol al tranquilo, para que lo manejen quién deba hacerlo.
Un párrafo a parte que el Señor Julio Grondona, que como mandamás de la AFA, sigue haciendo desastres y cediendo ante todos para terminar sus últimos años de mandato, sin sobresaltos. Pero podrá con todo. Mantener a Independiente en primera, la selección nacional clasificada para el Mundial de Brasil 2014 y campeona del mundo, y todo lo que se le pueda ocurrir para hacer. De lo que si estoy muy seguro, que es uno de los hombres que más daño le hizo a nuestro querido deporte. De eso no hay dudas.
Evidentemente que deberá haber un cambio radical de nuestra dirigencia deportiva, ya que queda muy claro que no están a la altura de las circunstancias y se vienen muchos compromisos en distintas competencias. Ojalá tengamos suerte y podamos seguir zafando como lo hacemos siempre. Pero es hora de ponerse los pantalones largos y sacarse la careta definitivamente.