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Nacionales

Se cumplen 30 años del intento de golpe carapintada

Los ciudadanos argentinos seguían con preocupación la rebelión carapintada a pocos años de la vuelta de la democracia. La decisión de un gobierno de resistir un avance militar tuvo el apoyo del pueblo. Dialogamos con Omar Emmert, quien en ese momento se desempeñaba como concejal de la UCR.
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Foto: Gentileza Diario Castellano

En el día de hoy se cumplen 30 años del sublevamiento militar contra el gobierno de Raúl Alfonsín que, tras negociar la votación de las leyes de Obediencia Debida, garantizó la impunidad para los genocidas de la última dictadura militar. 

La tensión llegó a tal extremo que muchos pensaron que una vez más la democracia corría peligro y la dictadura podía volver a caer sobre los ciudadanos argentinos.

El famoso discurso en el balcón de la Casa Rosada que finalizó con la frase: “La casa está en orden y no hay sangre en la Argentina” fue la antesala de la capitulación de todas las instituciones de la democracia ante los militares.

Omar Emmert, quien en ese momento se desempeñaba como concejal de la Unión Cívica Radical, dialogó con RAFAELA NOTICIAS y comentó: “Ante los acontecimientos imprevisibles, porque hasta ese momento ningún servicio de inteligencia del país le informó al Gobierno el levantamiento de los militares que intentaban por lo menos que no los juzguen y si era necesario dar un golpe, se movilizó en general toda la República Argentina. Era otro país, donde no había miseria, no había tanta pobreza, no había droga, inseguridad y los partidos políticos estaban mucho más unidos que hoy, había pautas más o menos comunes”.

Además agregó que lo sucedido en la Semana Santa del 87, fue un punto de inflexión en la historia argentina: “Yo era concejal y convoque junto a otros integrantes del partido radical a una sesión permanente del concejo y estuvimos todas las pascuas en el edificio municipal. A raíz de ello, las fuerzan políticas en general cooperaron, entendíamos que estaba la Democracia en riesgo. Estos días recordaba con mi hermana que en aquella oportunidad prácticamente no nos vimos, fue movilizante. Había mucha gente al frente de la Municipalidad, el resultado manifestó que se impusieron las movilizaciones populares y las organizaciones políticas democráticas por sobre el intento golpista. Se encontraron con una realidad, el Gobierno no se iba a entregar e iban a tener que realizar una guerra civil. En buena medida, fue el fin de los intentos golpista en Argentina”.

Para finalizar, Emmert expresó: “En la personal entiendo que cumplí con la labor que debía realizar, quiero destacar lo colectivo. La UCR era el eje, pero nos sentíamos apoyados por todos los sectores políticos. Mucho más allá de las diferencias, en Rafaela teníamos un límite que era que con la Democracia no se juega. Nos debiera enseñar hoy a terminar con las grietas y todas estas cuestiones que se mantienen cuando en realidad habría que trabajar en conjunto y avanzar a una sociedad mejor”.

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