Fue un acto distinto el de este viernes en las instalaciones de ASSA. Si, tuvo muchas cosas en común con otros actos de inauguración de obras que se realizan en el contexto de campañas electorales. Hubo dirigentes políticos en modo proseletista, pantalla gigante, videos alusivos, invitados congratulándose mutuamente y los lugares comunes típicos de estos acontecimientos. Pero hubo algo más: fue en los discursos. Porque esta vez los oradores, principalmente los locales, no apelaron a los estereotipos de siempre. Hablaron de historia. Pero no de la historia que se lee, la que se recita por compromiso. Hablaron de historia en primera persona, porque todos ellos, los que estuvieron frente al micrófono y los que los escucharon con atención -otros funcionarios, vecinalistas, representantes de instituciones intermedias, periodistas- tenían alguna anécdota particular en su memoria. Por eso en el acto de este viernes hubo, además de discursos, silencio. Mucho silencio. Todos escuchaban, para saber si en esas palabras estaba también alguna referencia a la anécdota propia. La que alguna vez nos tocó vivir. Si, el "nos" es porque también los periodistas vivimos esta historia y la sufrimos, como vecinos de Rafaela primero y como trabajadores de comunicación luego.
La introducción viene a cuento porque este viernes se inauguró el nuevo Acueducto Desvío Arijón-Rafaela. Los datos duros dicen que la obra costó más de 180 millones de dólares, que se pagó con financiamiento de fondos de Abu Dhabi, de Kuwait, de la Organización de Países Exportadores de Petróleo, de la provincia (que puso 20%). Dicen que el acueducto tiene 130 kms. de cañerías, que ya mismo está proveyendo unos 1.500 metros cúbicos por hora de agua a la planta de Rafaela; que puede ampliarse para llegar hasta Sunchales y Tacural, sumando entre las localidades servidas en el futuro a Lehmann, Ataliva, Egusquiza, también Sunchales.
Pero esos datos duros quedaron para el video promocional. El video de campaña, si quiere verlo así. Los discursos, tantas veces inconsistentes y reiterativos, esta vez hicieron alusión a una historia que cada rafaelino vivió y sufrió en carne propia, durante décadas. Un pasado que tuvo un concepto: "Rafaela tiene sed" . Fue un diagnóstico que desembocó en muchas gestiones, luchas y acciones que derivaron en la inauguración, en 1981, del Acueducto Esperanza-Rafaela. Quince años después de habilitado, ese acueducto ya no fue suficiente. Y Rafaela volvió a tener sed.
Pasaron más de 30 años, tres intendentes, decenas de concejales y funcionarios, seis gobernadores (dos que repitieron mandato), una docena de presidentes (incluyendo los cinco de diciembre de 2001). Y hubo promesas, proyectos, anuncios, mentiras, más promesas, nuevos anuncios, burlas, abusos, más mentiras, explicaciones incoherentes, paliativos insuficientes, más mentiras y frustraciones acumuladas. Ni siquiera la realidad material de los caños instalándose pudo apagar el gigantesco escepticismo de una ciudad que, cada vez que llegaba el verano y faltaba el agua, aprendió a naturalizar el escepticismo. De tantas mentiras, cuando llega la verdad cuesta creerla. Y eso le pasó a Rafaela.
Este viernes, finalmente, llegó la hora. Fue un acto meramente simbólico. Desde hace algunas semanas el acueducto que toma el agua del río Coronda está bombeando regularmente a Rafaela, superadas totalmente las pruebas hidráulica y la desinfección de cañerías e instalaciones. Ya puede abastecer de agua a Matilde, San Carlos Centro y Norte; Santa Clara de Buena Vista, San Mariano, Angélica, Susana (todavía falta que ASSA ejecute la red domiciliaria) y Rafaela.
Los discursos hablaron de la historia. Empezó el intendente, Luis Castellano. Unos instantes antes el padre Alejandro Mugna había bendecido las instalaciones. Castellano construyó una metáfora: "llegó el agua bendita". Y cerró sus palabras con un deseo: "no queremos ver más fotos de caños vacíos". Alcides Calvo fue igual de enfático: "memoria", pidió.
Cuando Argentina fue campeón del mundo en Qatar, Lionel Messi se arrodill{o, celebró con sus compañeros y luego fue a un costado de la cancha para hablarle a su familia, a su esposa. Agitando sus brazos, el mundo leyó en sus labios: "ya está, ya está", decía el capitán argentino. No hubo Messis hoy en ASSA. Pero en los discursos de los oradores, desde el intendente al gobernador, se leyó el "ya está". Por fin, el acueducto que apagará la sed de los rafaelinos es una realidad.
