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Locales

Cuando el sentido y la finalidad de la política tambalean

OPINIÓN. En los últimos tiempos presenciamos absortos como los temas fundamentales en la sociedad se van banalizando y transformándose solo en una lucha donde los intereses sectoriales se hacen preponderantes ante el bien común.

Todos sabemos de sobra del individualismo humano y también conocemos que la política es la ciencia que trata del gobierno o la dirección de los estados, las ciudades o las colectividades en general, tratando de contribuir al mejor organización de los mismos pero sobre todo a que todos los ciudadanos tengan acceso a una vida digna, respetando de esta manera los derechos que como seres humanos tienen de manera intrínseca.

La introducción de este editorial apunta fundamentalmente a abordar lo que llamamos políticas sociales, en todos los estados, léase nacional, provincial y municipal a través de diferentes organismos Ministerios, Secretaria, Subsecretaria etc., que en “teoría” deberían abordar y en lo posible solucionar aquellos problemas enmarcados en esta órbita.

Pues bien en los últimos tiempos se observa que estos estamentos gubernamentales hacen aguas a la hora de brindar soluciones o por lo menos de brindar acompañamiento a quienes en verdad son atravesados por situaciones que ponen en algunos casos en riesgo su integridad física y ni hablar de la sicológica y mucho menos de la vincular, condenándolos a un eterno transitar entre un estamento y otro adjudicándose entre ellos la responsabilidad o las competencia necesarias para esas posibles soluciones.

Es así como niños, adolescentes, familias y porque no escuelas acuden a las secretarias dedicadas a la niñez y la adolescencia en los gobiernos locales y provinciales en busca de lineamientos o entidades que permitan afrontar seriamente problemas de relaciones, vínculos, salud mental, adicciones, delincuencia, trastornos de personalidad, sin encontrar la punta a ese gran ovillo. ¿Cuál es la respuesta que encuentran habitualmente? la desidia, nadie se responsabiliza finalmente de dar alguna solución porque al parecer las competencias de los organismos o nos están bien claras o quienes tienen que manejarlas no las han comprendido a ciencia cierta.

Y así convivimos con innumerables situaciones que no se resuelven porque no existe voluntad de hacerlo, por más que políticamente nos llenemos la boca hablando de eso. Las instituciones escolares e intermedias, no pueden solas con los conflictos que enfrentan si la “pata” de acción social está ausente en los momentos en que las escuelas e instituciones similares ya no pueden sostener dentro de ellas a los niños y jóvenes que necesitan otro tipo de intervención.

Entonces los conflictos y dificultades afrontados por niños y jóvenes se convierten en una puja de organismos de acción social por ver a quien le compete afrontar estas realidades o mejor dicho en ver a quien se los “endosan” podría decirse, olvidando que en el medio siguen estando los únicos perjudicados en estas situaciones: niños y adolescentes con problemas, que vaya novedad, después finalizan en muchos casos en episodios de delincuencia o inseguridad que afectan a toda la sociedad.

¿No será tiempo que los políticos y gobernantes comiencen a despojarse por lo menos un poco de los individualismos partidistas y rememoren aquella definición de política en la que su deber es organizar y solucionar como estado las situaciones que ponen en riesgo a los ciudadanos y a la sociedad en general? ¿No será tiempo de que dejemos de hablar de derechos y de la inclusión y comencemos a accionar para que estos derechos y esa inclusión sean una realidad y no solo una frase de campaña política, pero sobre todo que apunten a la construcción de una sociedad que merezca ser vivida?

Mientras continuemos corriéndonos de los roles que nos incumben como funcionarios, como ciudadanos, como padres, como profesionales, como integrantes de la sociedad que nos toca vivir y sobre todo mientras gastemos nuestro tiempo en ver a quien le corresponde cada cosa y no por una cuestión de organización sino por una cuestión de “no hacerme cargo”, seguramente los problemas serán cada vez mayores y la conflictividad seguirá aumentando y lamentablemente los desbordes que ya estamos notando se irán agudizando cada vez más generando un desorden social del que será difícil regresar.

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