Es conocido dentro de las artes escénicas que “poner sobre la mesa” temáticas que incomodan es algo que se manifiesta en el teatro. Claramente, esto sucede con “Yo también quiero ser un  hombre blanco heterosexual” de Facundo Fernández.

La puesta en escena de temas como la identidad, el bullying, la clase social, la homofobia y el patriarcado, son ejes fundamentales que plantean a la hora de desarrollar esta obra. “¿Puede una mujer afrodescendiente y lesbiana llegar a convertirse en un hombre blanco rubio heterosexual para alejarse de la violencia que fue ejercida sobre ella desde que nació?”, esa es la pregunta que nos hace.

El hilo conductor de sus protagonistas hace que encaje cada fragmento en el lugar correcto, la interpretación de ellos y ella, nos adentra en lo que es una obra intensa. Las actuaciones de Guido Arena, Leonardo García, Aravinda Juárez, Kevin Orellanes y Francisco Pichetto; hicieron sumergirnos como espectadores a un mundo de emociones.

La comedia negra, farsa de género, nos trae una propuesta lumínica que acompaña al desarrollo de la trama. No se trata de una gran puesta, pero si de lo básico para lograr centralizar al espectador en lo que trasciende con los personajes. Lo destacado de esta obra, es la banda en vivo. Sin un soundtrack pregrabado, esta obra se despliega con una propuesta musical interpretada por sus mismos actores. 

Para concluir, “Yo también quiero ser un hombre blanco heterosexual” nos incomoda porque abunda temáticas que por mucho tiempo han sido naturalizadas. Desde nuestro lugar, creemos que este arte debería trascender más allá de la sala, ser parte del día a día, concretarse en espacios y, si sigue provocando incomodidad, es porque hay cosas que seguir cambiando.