Diego Ariel Escándalo tiene 41 años y hace 20 kilómetros de Susana a Rafaela todos los días para venir a uno de los anexos que tiene la Escuela Primaria para Adultos Nº 21 “Libertador General San Martín”. Se le llenan los ojos de lágrimas al contar como aprender a leer y escribir le cambió la vida, no teniendo que depender ahora de terceros para recibir algún mensaje. “Todos tenemos el derecho a aprender y a pasarla bien en este mundo. Esto es volver a vivir”, expresa. María Ester Segovia tiene 65 años, y ya está terminando la primaria. Dice agradecer “a la seño y al profe porque he aprendido mucho” e incluso se permite soñar con seguir la secundaria. Felicidad Molina con 32 años decidió empezar la escuela primaria, y de esta manera darle un ejemplo a sus hijos adolescentes que a su vez cursan la secundaria. “Les quiero demostrar a ellos que todo se puede”, asegura, y recuerda que por tener que “trabajar siempre” no había podido asistir a la escuela cuando era niña. Así se replican uno y otro testimonio en las aulas y pasillos de la Escuela Primaria para Adultos Nº 21 “Libertador General San Martín” que tiene su sede en calle Brown al 200, pero que cuenta con anexos en diferentes barrios como 2 de Abril-Villa Podio-Zazpe-Lisandro de la Torre-Paul Harris- Güemes- Bo. Jardín, y en localidades vecinas como Humberto-Ramona y Sunchales. Historias de vida que emocionan, y que hablan a las claras que para ellos la escuela fue su segunda oportunidad en la vida para aprender. Todos hablan de sus “seños” o “profes” con orgullo, como Ana Ramírez que asegura que el aliento que le da su maestra y la confianza en sí misma que le transmite, le da la fuerza para seguir yendo a la escuela. Ana pasó por una enfermedad “muy fea”, cuenta, que le hizo olvidar leer y escribir, algo que pudo recuperar al ir a clases. Margarita, por otro lado, asegura que se siente feliz con su grupo de compañeros y que a raíz de estudiar ahora “se sabe defender más”. En tanto Teresa Villarroel dice estar agradecida con las maestras, no sólo por la enseñanza que le brindaron sino por la “ayuda psicológica” que recibe y los consejos que le dan.
“Se sienten más libres”
Nelsi es docente en el anexo del barrio Jardín y asegura que siente una enorme satisfacción cuando los adultos aprenden. “Es como que se sienten más libres al poder leer y resolver solos las cosas diarias de la vida, como puede ser leer un prospecto o marcar un número de teléfono. Es muy gratificante trabajar con ellos”. “Lo que buscamos es que ellos se inserten en la sociedad y se puedan defender ante toda situación que se les presente. Se sientan importantes y valorados como es cada ser humano”, afirma Alejandra, maestra del anexo que funciona en la escuela Lisandro de la Torre.