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San Cayetano: con el ejemplo de los tamberos, monseñor Torres llamó a cuidar "la cultura del trabajo y de la colaboración"

Crédito: Verena Guglielmone

Durante todo el día miles de rafaelinos se acercaron hasta la parroquia de San Cayetano para cumplir con una de las demostraciones de fe más movilizadoras que conocen los argentinos, en su culto al Santo Patrono de la paz, el pan y el trabajo. En las seis misas que se programaron para toda la jornada; en los ruegos y agradecimientos de los devotos apoyando la palma de la mano ante la imagen del Santo; en las oraciones susurradas entre labios o entonadas con la energía de los practicantes más frecuentes, en cada gesto y en cada acto de humilde devoción estuvo presente la fe sencilla de la gente con esperanza.
A las 17, la procesión breve en torno a la plaza de la Bandera sirvió de prólogo a la homilía oficiada por monseñor Pedro Javier Torres, el obispo de la Diócesis de Rafaela. El prelado comenzó recordando que "no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Y la palabra que sale de Dios nos sana, nos consuela, nos estimula, nos invita a creer en su amor"
Mencionó enseguida que "una de las características de San Cayetano era que confiaba inmensamente en la Providencia. Es el santo de la Providencia. Y nosotros, argentinos, hemos puesto en sus manos el encargo de paz, trabajo. Tendríamos que preguntarnos qué nos quita la paz. A veces son enojos, a veces son dolores, a veces son ciertas cosas que sentimos que nos amenazan, que se llaman inseguridad, violencia, a veces son los miedos que tenemos adentro. A veces es una actitud como de cálculo. ¿Qué puedo hacer yo?".
"El Evangelio nos cuenta que aquel día Jesús obraba desde la compasión. Vio la multitud y se compadeció de ella. Los discípulos obraban desde el cálculo, un cálculo muy humano, muy normal. Hay que decirle a la gente que se vaya, decían los discípulos. 'No, denles ustedes de comer', dijo Jesús. Y lo único que había era cinco panes y dos pescados. No más, simple. Nuestro Evangelio dice que era un niño el que los tenía. Pero en las manos de Jesús se multiplican. Y a veces nos quedamos con el signo material, pero la gente estaba ahí porque quería escuchar a Jesús, quería conocer a Jesús, quería amar a Jesús", remarcó luego
El obispo también apeló a la figura del Papa Francisco para llamar la atención de los fieles. Así, recordo que "antes de cada viaje, el Papa va a un templo a Santa María la Mayor a encomendarle su viaje a la Virgen. Esta mañana estaba rezando ahí, sentado y en su silla de ruedas, dando gracias por la jornada de los jóvenes. Y yo caí en la cuenta. Es el mismo templo donde iba a rezar San Cayetano. Allí San Cayetano le pedía a la Virgen tanto esto de conocer y amar a Jesús para vivir como vivían los apóstoles. Tuvo la experiencia que María se lo entregaba y lo ponía en sus brazos. Se le entregaba un Jesús frágil, un Jesús débil, un Jesús que no quería necesitar de nosotros. ¡Qué bárbaro esto! El Dios que no necesitaría de nosotros, ha querido necesitar de nosotros".

El ejemplo de los tamberos

Monseñor Torres hace pocos meses que está en Rafaela, desde diciembre pasado. Ante los fieles insistió en que a San Cayetano "le pedimos pan, justicia, trabajo. El trabajo antes del pecado como una misión de co-creadores, de completar la obra de la Creación. Y el pecado lo volvió fatigoso. Trabajarás con el sudor de tu frente, doloroso. Pero nosotros sabemos que el Redentor trabajó. Trabajó con José en Nazaret. El trabajo es camino de santificación. Más allá de la pobreza de la paga humana, nosotros no trabajamos sólo por la paga. Trabajamos para la gloria de Dios, para el servicio de los hermanos".
En este punto, monseñor Torres puso en relieve que "una de las cosas hermosas de esta zona que yo voy conociendo más día a día es que hay una cultura del trabajo, que hay que cuidarla. La cultura de la colaboración. Estaba en un tambo hace poco y los niños salían a buscar las vacas, las mujeres a ordeñarlas y los hombres a atender a los animales recién nacidos. Era un trabajo en equipo. No todos hacemos todo, pero tenemos que ayudarnos mutuamente. Me pareció un ejemplo de vida. San Cayetano nos enseña a vivir con los apóstoles y los apóstoles vivían de dos en dos, evangelizando juntos, en comunidad", comparó.

San Cayetano: Homilía del Obispo Pedro Torres

En otro tramo de la homilía, Torres se preguntó "cómo no pedir a San Cayetano que nos conteste su amor a Jesús, su amor a la Virgen, su deseo de ayudar y ser solidario. Hoy leí una carta de San Cayetano, una carta que le escribía a una señora que se llamaba Elizabeth Porto. Hace 500 años la carta, debe estar amarillito el papel con el que le escribió. Pero fíjense cómo comienza y las cosas que dice. Voy a dar una partecita. Yo soy pecador. Usted creo que sabe, San Cayetano, que también necesita ser salvado. Es un hombre humilde. Y me tengo por muy poca cosa, pero me acojo en lo que ha hecho, ha servido al Señor con perfección para que rueguen por ti a Cristo bendito y a su Madre. Pero no olvide una cosa, dice San Cayetano, todo lo que los santos hagan por ti, de poca cosa te serviría sin tu cooperación. Antes que nada es asunto tuyo. Y si quieres que Cristo te ame y te ayude, amalo tú a Él y procura someter siempre tu voluntad a Suya. Y no tengan la menor duda que aunque todos los santos y criaturas te abandonasen, Él siempre estará atento a tus necesidades. Me impactó mucho esta enseñanza y esta carta. Aunque todos los santos te acompañen y te van a acompañar, la cosa depende de vos".

Crédito: Verena Guglielmone

Como buen cordobés, Torres suele poner una nota de humor en sus homilías y este caso no fue la excepción. Así, contó la historia de "una persona muy devota que rezó toda su vida para ganarse la lotería. Era una persona buena, una persona entregada. Y rezaba todos los días y se murió sin haber ganado la lotería. Y cuando llegó al cielo dijo: Señor, toda la vida te recé para ganar la lotería y acá estoy. Y el Señor le dijo, yo te escuché, pero podrías haber comprado un número. Claro, a veces nuestros abuelos decían, 'a Dios rogando y con el mazo dando'. No es el mazo a los otros. El que no quiere trabajar, que tampoco coma, decía San Pablo. El Dios que te quedó sin ti, no te salvará sin ti. Y dice San Cayetano: ten por cierto que nosotros somos peregrinos y viajeros de nuestro mundo. Nuestra patria es el cielo. El que se engríe, se desvía. El camino pasa por salir de la cruz. El camino pasa por la humildad. El camino pasa por saberse necesitado de Dios y de los demás. El camino pasa por ayudar y hacerse ayudar. El que se engríe, el que se las cree, el que se corta solo, se desvía de este camino y corre hacia la muerte. Mientras vivamos en este mundo, debemos ganarnos la vida eterna, cosa que no podemos hacer por nosotros solos, ya que la perdimos por el pecado"
Finalmente, invocando el ejemplo de San Cayetano, Torres exhortó a los fieles a que "aprendamos de él y de la Virgen. Y vamos hoy por nuestra Patria, por nuestra comunidad, por nuestras dioses y por nuestras familias. Y por este mundo que a veces quiere construirse, no solo sin Dios, sino contra Dios. Juan Pablo II decía que el mundo está enfermo con el síndrome de Babel. Este mundo que cree que teniendo poder o violencia se es más feliz. Las guerras destruyen todo. Miren lo que es Ucrania. Está destruida. Hay muchos incursos en el mundo. Y a veces surgen por un poquito de poder, por un poquito de riqueza. A veces también en nuestra vida. Las peleas requieren hoy un perdón, una reconciliación. Escuchaba alguien que me decía hoy, somos más parecidos a Dios cuando perdonamos. Porque eso es lo que hace Dios. Quedamos hoy en la Virgen, en San Cayetano, la gracia de perdonar. Y la gracia de sanar nuestra vida de toda inmoralidad. A veces nos hemos acostumbrado a la mentira, a la ventaja, al egoísmo. San Cayetano nos acude y nos dice, compadécete. Como Jesús se compadeció, compartí".

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