LA CULPA NO ES DE TURQUIA
AJUSTE — POBREZA Y FMI
Hace sólo tres meses, el gobierno argentino firmaba un acuerdo con el FMI en el que se comprometía a estabilizar las variables macroeconómicas y llevar “tranquilidad” a los mercados. En ese momento, el dólar cotizaba a 24 pesos y el llamado “riesgo país” se ubicaba en torno a los 400 puntos.
En muy poco tiempo, el dólar pasó a ubicarse en torno a los 40 pesos y el riego país supera ya los 700 puntos. En el camino, el Banco Central perdió más de 11.000 millones de dólares de sus reservas. Ocurre que la fuga de divisas no se detuvo ni un día, desde la firma de aquel acuerdo hasta hoy. Queda claro que la pérdida de credibilidad hacia las medidas que vino tomando el gobierno es muy grande.
La responsabilidad sobre lo que está ocurriendo no la tienen, a pesar del esfuerzo del oficialismo para echar culpas a otros, ni Turquía, ni las decisiones del gobierno de Donald Trump, ni lo que pasa en Brasil, o la causa de los cuadernos y la sequía. Las claves hay que buscarlas en los problemas estructurales del país y en una política monetarista que llevó adelante este gobierno.
Durante más de dos años y medio de gestión, convalidaron una política de atraso cambiario que habilitó una irresponsable “bicicleta financiera”, que profundizó los niveles de endeudamiento externo y le ofreció a diversos actores especulativos, nacionales y externos, la rentabilidad más grande del mundo, pero que al mismo tiempo complicaba la actividad productiva en el país y al mercado interno.
Esta política errática es la que ahora se discute cómo pagar. Y de allí que se exprese la idea de profundización del ajuste que reclama el Fondo Monetario, a cambio de acercarnos algunos recursos adicionales. Que no serán usados para generar nuevas inversiones productivas, sino para aceitar la fuga de capitales, en beneficio de los que jugaron a la especulación financiera durante dos años y medio, en esta “fiesta”, a la que no fuimos invitados la mayoría de los argentinos.
La política acordada con el FMI será una combinación de dólar altísimo, tasas de interés prohibitivas, fuerte ajuste fiscal, aumento en la presión impositiva, nuevos reajustes en las tarifas de los servicios, entre otras recetas ya conocidas. Frente a semejante combo, el resultado es previsible: más recesión, inflación por encima del 40 %, agravamiento de la crisis del empleo y empobrecimiento de vastos segmentos de la sociedad.
Frente a semejante descalabro, suena muy fuerte ver el nulo nivel de autocrítica del presidente Macri en su discurso grabado esta semana.
¿Existe otro camino para enfrentar el actual escenario, que no pase por un nuevo ajuste al que se propone que lo paguen los sectores sociales que hace tiempo vienen siendo castigados? Por supuesto que existe. Pero está muy claro que el gobierno nacional no está dispuesto a transitar el ejercicio de una política económica distinta.
La receta virtuosa para equilibrar las cuentas públicas no es profundizar el ajuste recesivo, sino apostar al crecimiento económico, con marcos regulatorios adecuados que prioricen la inversión productiva y no la especulación financiera, que alienten el mercado interno, y no la apertura indiscriminada de las importaciones en un mundo cada vez más proteccionista.
Labor Parlamentaria
Participación en la Comisión de Agricultura en el Debate por Ley de Semillas
El 29 de agosto, debatió la Comisión de Agricultura de la Cámara de Diputados de la Nación. Esta es la intervención, explicando el proyecto presentado, elaborado por CASEM:
“Me ha tocado trabajar muchos años en propuestas por semillas, tanto desde la Federación Agraria como desde la Cámara de Semilleros Multiplicadores, que aglutina a muchas cooperativas y mutuales. Hay dos proyectos que tienen un tronco en común y algún matiz que los diferencia. Usted tiene la posibilidad, señor presidente, de trabajar en un tema que es estratégico para el país. Yo quiero alentar que haya un debate sostenido, que nos permita resolver el desafío de tener un nuevo marco legal de semillas. La semilla, como ustedes saben, es el primer eslabón de una cadena agroalimentaria por excelencia en el país. No sólo se juega el futuro de las inversiones, sino también un tema fundamental para los intereses nacionales, como es el del marco jurídico que pueda regular las innovaciones vegetales. Nosotros somos partidarios de entender que tenemos que tener un proyecto que nos brinde un marco jurídico que nos permita una serie de objetivos”.
“En primer lugar, el desarrollo de variedades. Argentina necesita tener variedades en el mercado, en el uso público, que nos permita responder al cambio climático, a los cambios agronómicos. Argentina, en las últimas décadas, en variedades de cultivos agrícolas intensivos y también algunos de economías regionales, se empobreció. Entonces el desarrollo y la inversión en la obtención de variedades y germoplasma en el ámbito público, también del científico y desde el sector privado, debe orientarse del modo más diverso posible, como un tema de soberanía nacional. El segundo tema que debe tenerse en cuenta es la variedad de agricultores que involucra esta problemática. Nosotros defendemos el derecho al uso propio gratuito de semillas, porque creemos que a lo largo de la historia se le ha reconocido en diferentes generaciones que el agricultor fue el primer mejorador genético en la historia de la humanidad. Ese derecho debe estar en cualquier marco jurídico. Entendiendo que el agricultor de hoy no es el mismo de hace veinte o treinta años, soy de los que están abiertos a entender que en los cultivos intensivos, se debe reconocer los diferentes tipos y escalas de productor, con uso propio segmentado, que proteja al productor directo frente al productor ya empresario, que creo que tiene pagar por la tecnología y las inversiones”.
“En tercer lugar, tenemos que responder al problema de la observancia de leyes y la comercialización ilegal de semillas. Que no afectan a las multinacionales, sino a los empresarios nacionales, las Pymes y las cooperativas que no obtienen del mercado el retorno a sus inversiones, porque hay un marco jurídico que no se cumple, por la falta de controles y la alta incidencia de un mercado ilegal de semillas. Reivindico que a la tecnología hay que pagarla, que el germoplasma es una plataforma que nos permite avanzar en la diversidad de variedades que necesita el país”.
“Voy a referirme también al tema de las patentes y la biotecnología. El desarrollo biotecnológico insertado en los germoplasmas es fundamental. Argentina necesita un modelo de desarrollo biotecnológico con equilibrio, que pueda integrar a toda la cadena de valor de la simiente. No de intereses de alguna multinacional en particular. Argentina necesita un desarrollo biotecnológico diverso, amplio, competitivo, con presencia de lo público y lo privado, que nos permita ser un jugador fuerte en la economía mundial. En los dos proyectos, para nosotros sigue siendo importante el desarrollo de variedades, por sobre el derecho de patente. Si nosotros a partir de conocer eventos biotecnológicos patentables, de acuerdo a la Ley de Patentes en el país, le permitimos apoderarse del germoplasma, estaríamos en un punto de desequilibrio, que no le conviene al país, a la agronomía, al desarrollo productivo y agrario. Hay que entender que esos germoplasmas tienen una historia que debemos proteger”.
“Finalmente, creo que tenemos que reconocer la importancia de la semilla en términos estratégicos para un país. Por eso tenemos que plantear la declaración de interés público. Para que una vez que podamos consensuar una ley entre todos, ningún interés privado mediante el Código Civil nos meta en otros criterios que vayan a contramano. Me parece que podemos dar una mirada desde esta Comisión al sector agrario del país y que lleguemos a un dictamen que sea el mejor para las Pymes, las cooperativas, los agricultores, para el país y para el desarrollo biotecnológicos”.
ENTREVISTA CON RUBÉN SAURO
-¿Cómo perjudica en la provincia de Santa Fe el recorte de subsidios anunciado por el gobierno nacional?
-Mire, me gustaría hacer un encuadre más general. El actual gobierno aplica un modelo que consiste en sacar recursos económicos del interior, por ejemplo las Pymes, las comunas, los municipios, los trabajadores. Es decir, absorbe plata del interior, de abajo hacia arriba, pero de arriba no viene nada, porque se solventa un esquema de fuga de capitales. Es un patrón estructural de la Argentina en materia económica. El tema es que esta situación beneficia a los fondos de inversión internacionales, al sector financiero y no derrama nada hacia abajo. No agrega valor, no potencia el perfil productivo del país, que hoy no tiene crédito para el consumo y la producción. Y la industria, claramente, no es el eje del modelo. Eso tiene su impacto como usted menciona en el transporte, en las góndolas con los precios de los alimentos, en la parálisis de obra pública. Por eso me parece que en este marco, los gobernadores tendrían que hacerse sentir mucho más. Y articular acciones desde el federalismo.
¿Y cuáles serían esas acciones?
-Un primer movimiento sería creo ir en bloque a debatir, no actuar en forma individual. Dar una discusión articulada, por ejemplo, por el Presupuesto 2019. Hablar de las tarifas, de los subsidios del transporte, del pago de deudas de Nación a las provincias que ya reconoció la Corte Suprema. Creo que hay que llevar la agenda hacia esos temas. Esta es una crisis de las políticas económicas de este gobierno, que afecta especialmente al interior y las economías regionales.
-¿Y le parece que hay margen para llevar esto a una mesa de discusión así “a la larga”? Porque lo que veo es que los recortes se hicieron así de un día para el otro. El Fondo Sojero o el subsidio al transporte, se ajustaron sin previo aviso. Y las provincias se encuentran con menos presupuesto. Lo entiendo a Miguel Lifschitz que firmó el Pacto Fiscal en su momento y ahora es todo lo contrario. ¿Usted qué opina sobre haber adherido al Pacto Fiscal?
-Siempre tuve una mirada crítica al respecto. Pero, como usted dice, este Pacto Fiscal, a siete u ocho meses, quedó tan lejano. Nada de eso está vigente. Toda la macroeconomía cambió. Por eso lo que hay que hacer no es firmar pactos, sino discutir entre todos un acuerdo de fondo, por el Presupuesto, que es la Ley madre de todas las leyes, los legisladores y los gobernadores todos unidos, debatiendo con el gobierno nacional integralmente qué es lo que le conviene al país, al mercado interno, las producciones regionales. Con el actual modelo, perdemos todos. Si bien yo puedo entender que haya algunos sectores concentrados ganadores, la realidad es que en el resultado global, terminamos perdiendo todos. La oportunidad en el debate que empieza a haber por el Presupuesto, es la de no firmar algo rápido. No se puede seguir perjudicando a las provincias. Tenemos que encontrar una salida.
-Con respecto a lo que dijo Saglione, que hay 80 mil millones de pesos que van a parar a Nación por los negocios que hacen las grandes exportadoras. ¿Habría que cobrarles?
-Habría que hacer una análisis detallado en lo económico desde el Ejecutivo provincial. Sí estoy de acuerdo en que los sectores concentrados exportadores -no olvidemos que desde la provincia de Santa Fe se exporta casi el 80 por ciento de lo que exporta el país- que han sido los grandes beneficiados con el modelo aplicado por este gobierno, podrían pagar más Ingresos Brutos y que a nivel nacional podrían pagar más Ganancias. Como se hace en Estados Unidos o en los países europeos.
-¿Estas empresas pagan Ingresos Brutos?
-Pagan algo mínimo. Tendrían que pagar más. Es importante rever todo esto. Y que no terminen pagando la crisis los pequeños y medianos productores o las cooperativas, que no son los grandes ganadores de esta etapa. Que son además los que viven en nuestros pueblos del interior, que en muchos casos están endeudados. La gran mayoría de los productores agrarios en el sur de la provincia, son chicos. De pequeña escala. Esos no tendrían que pagar el esfuerzo de la crisis. Tendría que ser escalonado. Y que paguen más los de más arriba.
-¿Cómo vio el discurso del presidente?
-Vi un presidente siguiendo un guión o un relato. Que intentó por el lado de los sloganes. Me hubiera gustado ver un líder político y no un presidente guionado. Lo vi cerrado en sus recetas liberales, cuando el país necesita, como lo vimos en Estados Unidos, en España, en Francia, en el mundo, salir de una crisis con participación más activa del Estado. Por ejemplo, sobre los excedentes extraordinarios de las empresas energéticas, seguir estableciendo un precio de referencia del combustible, regulando. Pero lo veo al revés, insistiendo con recetas que ya fracasaron.
-¿Macri termina el mandato?
-Mi deseo es que sí. Porque ante la crisis, los que más pierden son los que menos tienen con un derrumbe institucional. Las consecuencias serían mucho más graves. Para salir de la crisis, no se puede insistir con recetas neoliberales. Ahí es adonde les reclamo, como lo he hecho desde la Cámara de Diputados de la Nación al propio Marcos Peña, que se paren sobre los excedentes de las grandes empresas y diseñen una política distinta. Ahí es donde la política tiene que jugar un rol de fortalecimiento del bien común, tocando intereses, chocando contra determinados intereses. De lo contrario, se le va a seguir sacando plata al interior, para financiar la fuga de capitales.
-¿Notó que en ningún momento el discurso del presidente habló de recuperar la actividad ecónomica, sino solamente de cómo arreglar con el FMI?
-Sí. Porque el sujeto de este modelo económico no es la industria ni las Pymes. El sujeto es la combinación de dos líneas: el monetarismo como estrategia en la macro, que lo reinstala Sturzenegger al comienzo de la gestión, más una visión de la teoría del derrame, que está en desuso en el mundo. Bajando costos a la gran empresa para que derrame hacia abajo. Eso hizo crisis ya en Estados Unidos en 2008. Lo decía ya en el siglo XX alguien como Frigerio, que el Estado debe ser el centro de un modelo de desarrollo. Por esto tal vez estamos así, porque desde hace muchos años, cuando se cortó el proceso de la industrialización en el país, tenemos un país que no genera dólares genuinos.
-Yo sé que la gente está preocupada porque no llena la heladera, por el día a día, pero igual me gustaría preguntarle por su idea política de lo que piensa hacer en 2019.
-He tomado una decisión de hacer un esfuerzo y comprometerme en 2019. Mucho más por cómo está el país. Estoy hablando con gente nueva, que no es habitualmente de la política, pero que quiere sumar. Me refiero a un empresario como Enrique Bertini, que tiene mucho para aportar. También a un dirigente como Antonio Donello, de la UOM, Pablo Cerra, de ese mismo ámbito. A movimientos juveniles, un grupo que se llama Juntos y están trabajando muy bien. A sectores del peronismo, cristiano, humanista, solidario, ese peronismo de la comunidad organizada que respeto mucho. A sectores del radicalismo de Alfonsín y de Irigoyen, que yo respeto mucho. A sectores del cooperativimo, de la democracia cristiana. Hay muchos con los cuales estamos hablando, de la necesidad de crear un espacio, no para fragmentar de cara a una política nacional en la cual vamos a tener que estar más unidos que nunca los que queremos otro modelo. Pero sí poder tener una identidad propia. No hemos hablado de candidaturas, pero obviamente queremos ser protagonistas en la provincia y en la ciudad de Rosario