Cultura y Espectáculos

Fito Páez, en un nuevo disco íntimo y autobiográfico

Fito Páez prendió la luz dorada, se sentó al piano, tocó y cantó. Y lo hizo de nuevo. “The Golden Light” (que está ahora en versión digital y a fines de mayo en formato físico) es el resultado del cierre de esta trilogía que se inició con “Los años salvajes”, en clave eléctrica y siguió con el disco doble “Futurología Arlt”, en plan orquestal. El disco de nueve temas incluye tres instrumentales: “El mar de Gerardo” (inspirado en Gerardo Gandini), “Cervecería Gorostarzu” (un guiño al emblemático bar rosarino) y “The Golden Light”, que le pone un broche luminoso a un trabajo en el que se destaca el homenaje a su ídolo y amigo Charly García (“Sus auriculares”) y que dialoga en lo autobiográfico con “Los años salvajes”.
“Durante la pandemia me senté al piano un montón de veces. Las mieles del oficio. La idea era poner el teléfono cerca y filmar una improvisación. Sin planes previos. De esas grabaciones caseras, que denominé «Quarentine sessions», surgieron algunas de las ideas que confluyeron en «The Golden Light». En el medio del torbellino de la grabación de «Los años salvajes» y «Futurología Arlt», que fueron compuestos y arreglados casi en paralelo, fue surgiendo suave pero firme un sentimiento que terminó resultando inapelable. Estaba faltando algo. Un álbum más reposado, no por ello menos intenso, que terminaría dándome la sensación de completitud de una obra grande. «The Golden Light» fue colándose silencioso entre las grietas de los sueños y las deshoras que se producen en medio de tanta acción”, dijo Páez a modo de presentación de este flamante trabajo.

En la nueva obra de Fito se respira ese pulso cancionero de costumbre pero también ese apego por las melodías más introspectivas, con las que tuvo más conexión en los años de la pandemia. A esto le sumó una mirada en versión rewind sobre los años de su infancia y su juventud, en donde confluyen tanto las esquirlas en el alma por la tragedia de sus tías y la temprana muerte de su madre hasta el vuelo y el vértigo de los años 80 y el disfrute de este presente.

El disco abre nadando en las aguas profundas de “El mar de Gerardo”, para dar paso a “Un ángel abrió alas”, en el que Fito canta: “No hay nada mejor que vivir atrapados en el mundo de hoy”. El tempo sube un poco en “Diosa del sol”, en el que se destaca un dueto vocal de Páez-Páez y un cierre con la voz de Etta Craft, en una canción dedicada a “una india peruana amante de Joyce, los budas de Nepal, fan de “Tattoo You”, bailarina, melancólica angelina que derramó lágrimas ante los templos destruidos por los misiles en Bagdad, que finalmente recorre el mundo en un sueño y amanece en las calles de su Lima natal, entre el puente y la alameda de Chabuca Granda”, según puño y letra de Fito.
“The Moon Over Manhattan” muestra a Páez cantando a capela en inglés en medio de voces y bocinas, como si estuviese caminando por las calles de Nueva York. Desde allí da un triple salto mortal hasta la pizzería de su adolescencia en el instrumental “Cervecería Gorostarzu”, que sirven como previa a “Hogar”, que es una suerte de diapositiva de sus días en su casa natal de calle Balcarce y el amor a su padre, pasando por la oscuridad de la Dictadura, las llagas del sida y los vientos de libertad de la primavera democrática, hasta concluir con el hogar actual y su vida en familia.
“Astro sol que ilumina este mundo de mierda/echaste a rodar mil bicicletas con tus largas piernas/ A mi lado hasta el fin y yo al tuyo a morir”, canta en “Sus auriculares”, la canción dedicada a García estrenada en el Teatro Colón el 23 de octubre 2021. El tema es una de las joyitas del disco, en la que evoca las enseñanzas de vida de Charly con una impronta rítmica que bien podría haber interpretado García en los 80, que también acciona como homenaje a la obra del bigote bicolor.
El penúltimo tema es “Enciende el amor”, en una canción en la que recorre las brasas que siempre nutrieron su amor desde niño, donde “Pepa y Belia regaban los helechos cuando te fuiste”, dedicado a su madre y a esas “vidas tan fugaces”, y al “niño entre los juncos del río bebiendo la luz”, con la dulce voz de Abril Olivera. El cierre instrumental con “The Golden Light” es la coda ideal para una obra intimista, profunda y apasionada, a lo Fito Páez.

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