Mas de cuatro años después de haber confesado el crimen, Rodolfo Valentino Cóceres (26) y Rodrigo Ismael Sosa (22) comenzarán a ser juzgados este martes por el asesinato de la militante social y exdetenida-desaparecida durante la dictadura militar, Silvia Suppo.
El juicio estará a cargo del Tribunal Oral Federal, integrado por María Ivón Vella, José María Escobar Cello y Luciano Lauría, a pesar de que lo que se va a debatir es la responsabilidad material de los dos muchachos en el homicidio (un tipo de hecho que por regla general correspondería a la Justicia ordinaria) y no la hipótesis del crimen por encargo vinculado con los testimonios de Suppo en causas por crímenes de lesa humanidad. Informó Diario Uno Santa Fe.
Sin embargo, lo que apuntala la causa en el fuero federal es la resolución de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que determinó que hasta que no se tenga certeza absoluta de que el asesinato no tiene un móvil político, la investigación no puede abandonar el ámbito federal. De esta manera, y para que Cóceres y Sosa no sigan cumpliendo prisión preventiva, el expediente se dividió en dos, por un lado se investigó la autoría material de la muerte, y por otro la posibilidad del crimen por encargo ejecutado con el fin de entorpecer causas abiertas vinculadas a la represión ilegal durante la dictadura. Esta última arista del caso, luego de que los hijos de Suppo recusaran al juez Reinaldo Rodríguez, hoy está aún en instrucción a cargo del juez federal Francisco Miño.
“Fijate si está con vida”
El lunes 29 de marzo de 2010, entre las 9 y las 10, Silvia Suppo fue asesinada dentro de su negocio Siempre Cuero de, al menos, siete puñaladas. Tenía 51 años, y hacía bastante tiempo que se dedicaba a la venta de artesanías de cuero y plata. Quien alertó de lo que había pasado fue una clienta, que ingresó al local y se encontró con un charco de sangre. En ese momento, Suppo aún estaba semiinconsciente y fue trasladada al Hospital Jaime Ferré, donde falleció poco después del mediodía. Horas después, la policía detuvo a Rodolfo Cóceres, un muchacho santafesino que vivía en barrio San Agustín I y a Rodrigo Sosa, nacido en la ciudad de Ceres pero vivía en Rafaela.
Desde entonces, están detenidos en la cárcel de Coronda, y en el juicio serán representados por el defensor oficial, Martín Gesino. En declaraciones judiciales Cóceres dijo que le pidió a Sosa: “fijate si la señora está con vida. Hay que matarla para que no reviva y haga la denuncia”.
También fue Cóceres quien dijo que habían planeado el robo una semana antes, y que Sosa fue el ideólogo ya que conocía el comercio y sabía que la mujer que lo atendía habitualmente estaba sola. Contó que buscaron los cuchillos en la casa de Sosa la noche anterior y que primero entraron al negocio de Suppo con los cuchillos ocultos, y que no se animaron a ejecutar el robo, pero que después volvieron y lo hicieron. Además, dijo que el arrastró a la víctima hasta el fondo del local para luego robar elementos de valor que estaban en el negocio y que después instó a Sosa que se asegure de que la víctima no estuviera viva.
Por su parte, Sosa dijo que la apuñaló porque tenían miedo de que si sobrevivía los denunciara. Los imputados coincidieron en el modus operandi desplegado y los elementos sustraídos. También declararon lo mismo respecto de dónde habían escondido el botín y cómo intentaron evadir el accionar policial. Que se cambiaron de ropa y que intentaron huir de la provincia.
Así, para el fiscal Walter Rodríguez, quien solicitó la elevación a juicio, y para el fiscal General Martín Suárez Faisal, que estará a cargo de la acusación durante las audiencias, ambos imputados demostraron una división de roles que jurídicamente los coloca como coautores del asesinato de Silvia Suppo.
Como pruebas satelitales se suman también que se encontraron los cuchillos utilizados, que los jóvenes habían arrojado en un campo de sorgo, los testimonios de las personas que los vieron salir del negocio la mañana del crimen, que en la casa de Cóceres encontraron el celular de la víctima y que la hermana de Sosa encontró un monedero de cuero negro,con monedas extranjeras que no eran de la familia y que los hijos de Silvia, Marina y Andrés Destéfani, pudieron reconocer. Ellos son querellantes en la causa y estarán representados por los abogados e integrantes de Hijos, Lucila Puyol y Guillermo Munné.
En la misma sala
El lunes 5 de octubre de 2009, Silvia Suppo se sentó frente en la sala de audiencias del mismo Tribunal que ahora investiga su muerte. Aquel día, ella contó cómo la dictadura cívico militar le truncó los sueños de militancia, juventud y el amor en 1976, cuando tenía 18 años. Su pareja en aquel entonces era Reinaldo Hattemer y solo faltaba una semana para que se casaran cuando el fue detenido. Todavía está desaparecido. Al poco tiempo, Silvia también fue secuestrada, junto con su hermano y quien después se convertiría en su esposo, Jorge Destéfani. En un centro clandestino conocido como La Casita, Silvia fue torturada y violada. Producto de esos ataques sexuales quedó embarazada y meses más tarde –cuando fue trasladada a la Guardia de Infantería Reforzada (GIR)– le practicaron un aborto.