Agenden, elecciones primarias presidenciales el segundo domingo de agosto y definitivas el tercer domingo de octubre, si hay segunda vuelta, la seguimos en noviembre. Pero además tenemos el cronograma provincial, que puede venir por separado del nacional o no, y este incluye también el local. Si los comicios nacionales y santafecinos van separados, podremos llegar a votar hasta cinco veces en 12 meses. Pero antes de todo esto, tendremos los cierres de listas y mucho, muchísimo ruido económico alrededor de esto.
Como toda la parafernalia electoral puede llegar a marearnos, queremos dejar escritas algunas cosas para releer cada vez que nos sintamos confundidos.
Nada es gratis. Cuando te invitan a comer, alguien debe pagar. Como dice el premio Nobel de Economía, Milton Friedman, no hay almuerzos gratis. La política utiliza la palabra gratis, pero de forma muy mal usada. Se habla de educación gratuita, salud gratuita, seguridad, etc. La educación, la seguridad, cuestan dinero. Alguien paga por ese servicio, aunque no lo goce quien lo abona, sino un tercero. Deberíamos hablar de servicios subsidiados y no de gratuidad. Ahí viene lo más interesante, ya que, con salud, educación y seguridad, todos nos ponemos de acuerdo, al menos con matices. Pero, ¿está bien que una persona sin empleo pague por la seguridad de un millonario? Cada vez, que esta persona sin trabajo compra productos, paga impuestos al consumo, como el IVA, luego estos impuestos van a pagar los servicios mal llamados gratuitos, que, en el caso del expresado, seguridad, podría ser justificado, no lo será en otros subsidios que muchas veces se piden y se reclaman muy ruidosamente.
Cuando algún ciudadano manifiesta que el Estado debe hacerse cargo de algo, está pidiendo que se subsidie un sector o actividad, ya sean medicamentos, transporte, tarifas o lo que sea. Pero al hacerlo necesita fondos que deben obtenerse de algún lado, siendo el principal ingreso del Estado, los impuestos. Por supuesto que a nadie le agrada pagar impuestos, por lo que cualquier medida que aumente impuestos será impopular y si es impopular, no cosecha votos. Con esta lógica deberíamos decir que todo aumento de gasto debería ser impopular también, pero no lo es, al menos para aquellos que reciben el beneficio y por muchos que no entienden la dinámica explicada anteriormente.
Debido a que el aumento de impuestos es impopular y que los administradores del Estado deben revalidar sus cargos en elecciones periódicamente, es que utilizan algo llamado impuesto inflacionario. No es un impuesto propiamente dicho, pero tiene los mismos efectos, cubre los gastos excesivos licuando el gasto del Estado. El funcionamiento es muy sencillo, el Gobierno gasta y al momento de pagar, como no tiene recursos, emite dinero y paga con estos papeles, generando un desequilibrio entre la cantidad de dinero y el total de bienes y servicios de toda la economía, que se corrige con el aumento del precio de los bienes en la moneda emitida.
Por ese mismo motivo, pasan los gobernantes de distinto signo político y la inflación continúa. Pero también debe hacernos reflexionar en que no debemos pedir cosas gratis, ya que sabemos que no existe tal gratuidad. También debemos tener precaución con aquellos que prometen que, al gobernar, nos regalarán productos o servicios, los demandemos o no, dado que saben que de todas maneras lo terminaremos pagando, por la vía de la inflación, en aquellos bienes y servicios que consumimos y con la disminución de nuestros ingresos afectados por la inflación.
También es importante que recordemos que otorgar muchas ayudas sociales no es ningún sinónimo de éxito para un gobierno. Extender la cantidad de subsidios, es sin dudas, sinónimo de fracaso. Es una dirigencia que, en lugar de ayudar a sus ciudadanos a valerse por sí, los hace dependientes. Como un padre que no deja crecer a sus hijos para tenerlos controlados y bajo su esfera todo el tiempo. Se crea una relación enfermiza entre dirigentes y ciudadanos, donde el voto será a cambió de dádivas y promesas de estas.
Será un año salpicado en su economía por la cuestión electoral, pero festejemos que tenemos en nuestras manos, la mejor herramienta para administrar nuestro futuro, el voto.