El reloj se aprestaba a marcar las 20:30, cuando las sirenas de la Policía y del Servicio de Emergencias 107 ensordecían a los vecinos de barrio Italia y rompían la calma de un tranquilo y rutinario sábado. Era el 22 de septiembre de 2018, y la violencia vestía de luto a Rafaela, una vez más.

José Buffa al 1800 quedó marcado a fuego en el anecdotario policial rafaelino, por un enfrentamiento familiar que trascendió todos los límites de la cordura. En medio de la violencia, Abril Vargas, una niña de tan sólo 9 años, recibía una lluvia de perdigones que impactaron en su cuello, rostro y cabeza.

Herida de muerte, la pequeña fue llevada de urgencia al Hospital Dr. “Jaime Ferre”. Los días siguientes fueron angustiantes para toda la comunidad. A pesar de los esfuerzos del equipo médico, falleció el 27 de septiembre de 2018 en el Hospital Dr. Orlando Alassia de la ciudad de Santa Fe, a donde había sido trasladada por la complejidad de su cuadro.
La conmoción y la indignación se apoderaron de Rafaela, y la búsqueda de justicia comenzó de inmediato. La investigación llevó a un nombre: Alejandro Exequiel Romero, quien se entregó un día después del trágico enfrentamiento.

En la sustanciación del proceso judicial, se corroboró que Romero efectivamente fue quien disparó “a corta distancia y en dirección a la víctima” según las palabras de la propia Fiscalía.
El 19 de mayo de 2021, el juicio que mantuvo en vilo a Rafaela, llegó a su conclusión: Un tribunal compuesto por los jueces Cristina Fortunato (presidente) y Hugo Tallarico y por el conjuez Nicolás Rogiani, Condenó a Romero a 25 años de prisión por la autoría del delito de homicidio simple agravado y portación indebida de arma de fuego de uso civil.
Durante el juicio, la Fiscal Lorena Korakis señaló de manera contundente que Romero había disparado "con conocimiento y voluntad de ocasionar la muerte de la niña".

El caso de Abril Vargas conmocionó a Rafaela. Su corta edad y la violencia que enmarcó su muerte, fueron los catalizadores para impulsar el pedido de una mayor seguridad.
Pero lamentablemente, esa muerte no fue la última y un año después, otro niño moría en el norte de la cuidad: Emanuel González, de 8 años era alcanzado por un disparo. Y el reclamo de justicia volvió a encenderse. Aunque ese caso será para otro relato.