La extensión de la esperanza de vida en las últimas décadas ha hecho que las personas que se jubilan entre los 60 y 70 años todavía tengan varios años de su vida para realizar actividades. "El hecho de jubilarse no significa que uno deje de ser operativo en la vida, sino que solamente se termina la etapa laboral, pero la vida continúa", explicó a FM 89.7 RAFAELA NOTICIAS el psicólogo Nicolás Grisolía. Lo importante, para el especialista, es en esa etapa buscar actividades que ocupen el tiempo que antes era para trabajar porque "el hecho de tener horas vacías en el día ayuda a que la cabeza trabaje de más para mal, generando ansiedad y preocupaciones". Aunque Grisolía también advirtió que tampoco una persona se debe sobrecargar de actividades para no generar estrés.
Si bien en la etapa de jubilación el ocio por sí solo es bueno, el quedarse todo el tiempo - por ejemplo- frente al televisor tiene consecuencias negativas, ya que es necesario "generar cierta estimulación a nivel cognitivo en el tiempo, dado que esto ayuda a que uno esté siempre mucho más activo y todos los procesos de envejecimiento que van a ir apareciendo se puedan lentificar". "El hecho de no hacer nada hace que ciertas cuestiones de atención y concentración se vean disminuidas", agregó Grisolía. Un claro ejemplo de ello fue lo que sucedió durante la pandemia, donde se dejó de socializar, de hacer actividades, y por eso muchos procesos que venían evolucionando de manera lenta se exacerbaron y se incrementaron los síntomas. "Todo fue producto del aislamiento, de la angustia, del malestar de dejar la rutina y de hacer cosas que los hacían sentir bien", explicó el psicólogo.
"En la etapa de fase adulta mayor, empiezan las preocupaciones por las enfermedades, y empezamos a afrontar situaciones propias de la vida como pérdidas de familiares, de amigos; y eso genera preguntas y repreguntas internas sobre qué es lo que está pasando y qué va a ser de mi futuro", comentó Grisolía. Esto genera ansiedad, cierto estrés y el cuerpo lo va a manifestar con angustia. Los cambios emocionales en la tercera edad son comunes, se ven previos a los deterioros cognitivos y se los denomina depresiones leves. De ahí la importancia de mantener un nivel de actividad que ayude a la persona a seguir estimulando y ocupando su mente.