PRIMERA PARTE
Veinticuatro por siete, los 365 días del año. Eso exige la gestión de un municipio como el de Rafaela, con más de 1.400 empleados directos, un movimiento económico que superará los 30 mil millones de pesos el año próximo y la demanda permanente de una población de 120 mil almas. De saco y sin corbata, con un cuaderno anillado como anotador, los diarios locales sobre el escritorio y una computadora de monitor chico como todo accesorio, a Leonardo Viotti se lo ve todavía tenso en el sillón de intendente, aunque la sonrisa que exhibe parece desmentir ese rasgo que su interlocutor puede intuir más que percibir.
La propuesta inicial, al momento de pactar la entrevista, fue abordar todos los temas de la agenda, o al menos los principales. Pero también conocer la intimidad de la nueva vida del intendente: las costumbres, el entorno, el despacho, la cotidianeidad. Por supuesto la charla dejó definiciones muy importantes: las cuestiones económicas del Estado local, las grandes demandas de los ciudadanos, lo que pasará con las obras de pavimento, con el transporte urbano, la mirada social, el mensaje antes de unas Fiestas con mesas ajustadas. Pero también quedó lo otro: la preocupación por la salud de su papá, el teléfono siempre demandante, el aire a departamento recién estrenado al que le hace falta una personalización urgente y por lo menos una "lavada de cara" importante.
La primera pregunta no la hace el periodista, sino el entrevistado: "¿cuánto tiempo vamos a necesitar?", consulta. Es la mañana de un lunes que amaneció con una lluvia intensa, de casi 60 mm. en tres horas. No parece mucho, pero para poner a prueba el sistema de desagües es un volumen interesante. "Nos anticiparon que podíamos tener un fenómeno de cierta importancia así que me levanté a las 4 de la mañana y estuvimos viendo algunas zonas que podían estar comprometidas. Funcionó todo bien", dice Viotti, aliviado. Las noticias de lo ocurrido en Bahía Blanca el sábado, en el AMBA el domingo y en algunas localidades de la provincia de Santa Fe que tuvieron 200 mm. en pocas horas durante la semana pasada ameritaban preocupación.
Un despacho "en construcción"
El despacho de Intendencia es el mismo que estrenara Juan Carlos Borio en 1983, con algunos ligeros matices. En tantos años es poco lo que cambió: los sillones acolchados reservados para las entrevistas personales y acomodados a modo de living; las butacas de la larga mesa de gabinete en cuya cabecera están las banderas argentina y de la provincia; los tonos pastel de las paredes.
Pero ahora se notan otras cuestiones en ese espacio donde se toman las decisiones que impactan en la ciudad: la larga pared revestida con paneles de madera ya no tiene los cuadros que lucían durante la gestión de Luis Castellano, de los cuales quedaron sólo las marcas. "Todavía no acomodé nada de mis cosas. Es más, en este escritorio casi no estoy: durante toda la semana trabajé más en la mesa de gabinete, recibiendo a gente del equipo y ocupándome de lo que demanda atención", cuenta Viotti.
Dice que el día empieza con mate. "Tomo mucho mate, cuando puedo. No soy del café: mate o té, prefiero el té como alternativa", apunta. Tampoco en el escritorio hay fotos: de la familia ni de encuentros con personalidades políticas. Nada: "Apenas tengo ésto (muestra un pequeño adorno de color blanco y verde), que es un regalo que me hizo mi maestra de la primaria, Betty, cuando asumí como concejal. Lo guardo siempre conmigo desde entonces", revela.
La agenda y una visita especial
¿Qué hace un intendente cuando llega al despacho en la mañana y se sienta por primera vez en la jornada? ¿Con qué abre la agenda? "En estos días empiezo la mañana con un pequeño informe que le solicito todas las mañanas, que ya tenemos como dinámica, al Secretario de Seguridad, con un resumen rápido de los principales hechos del día anterior y situaciones que se estén dando. Así empezamos la mañana, mientras me pongo al día de las principales noticias y luego empezamos con las reuniones. Hacemos muchas reuniones internas para ir tomando decisiones, necesitamos acomodar muchas cuestiones internas. Y luego sí, ya empezamos a encontrarnos con instituciones vecinales y con otras organizaciones de la comunidad".
Viotti menciona también que el primer día oficial de trabajo, el lunes 11, recibió una visita inesperada: Ricardo Peirone. El exintendente, que gobernó la ciudad entre diciembre de 1995 y el mismo mes de 2003, acredita una experiencia nada desdeñable: le tocó ejercer la Intendencia en medio de la crisis del final de la Convertibilidad y el estallido social de 2001.
"Yo había ido a visitarlo hace unos días a su casa y tuve la suerte que venga, es una persona a quien respeto y aprecio. Estuvimos charlando y claro que le pedí sus consejos, desde su experiencia. Si bien algunas cosas se modificaron, los tiempos cambian, pero hay cuestiones que se siguen sosteniendo. Obvio que es importante controlar los números, sobre todo en esta época y es lo que más me preocupa", recuerda ahora. Peirone, de profesión contador público, no sólo es un especialista en cuestiones tributarias sino que también continúa vinculado al ambiente de la cultura y en eso tendrá también recomendaciones para dar respecto a las políticas en esa área.
En el despacho de Intendencia, detrás del sillón del escritorio, hay todavía cajas sin desembalar. "Son las cosas que me traje del Concejo, ya las voy a acomodar", dice Viotti. Su despacho está rodeado por su gente de confianza: su hermano Iván y el secretario de Gobierno Germán Bottero tienen acceso directo, con sólo tocar la puerta.
Mientras tanto el teléfono no deja de ingresar mensajes. La rutina del poder, en un puesto de responsabilidades plenas que pondrá prueba a su nuevo inquilino en el principal despacho de Moreno 8.